—¡Mi amor! Gonzalo te necesita en las caballerizas —Gritó Franco desde el piso de abajo—
Sarita suspiró frente al espejo mientras terminaba de acomodarse el sombrero. Ya se le habían acabado las excusas para eximirse de sus labores en la hacienda, le habían dado dolores de cabeza dos días esa semana, dolor de espalda al dia siguiente, había fingido tener que solucionar detalles de la fiesta de Gaby, e incluso Leandro tuvo que salvarla el dia anterior porque Sara no sabia como salir de aquella situación.
Leandro era la única persona que sabia de la existencia del pequeño bebé que crecía en el interior de Sarita. No se lo había dicho a Franco aún, y la verdad era que no sabia como se lo diría, pero una cosa si que sabia, su familia no podía enterarse, al menos hasta la siguiente semana. El cumpleaños de Gaby seria tan solo en unos días, y lo que menos deseaba Sara era desviar toda la atención de la familia hacia el nuevo bebé, la castaña no podría soportar que su hija se sintiera desplazada por su nuevo hermanito o hermanita.
Sabia que debía decírselo a Franco pronto, para que él pudiera hacerse cargo de su parte del trabajo en la hacienda, pero no encontraba la manera de hacerlo, y además temía que a su esposo se le escapara en alguna conversación la buena nueva. Pero los días seguian pasando, su bebé seguia creciendo, y ella debía reunir el valor para hablarle a Franco sobre la existencia de su nuevo hijo.
Su nuevo hijo.
Aun le costaba asimilar aquella información, por momentos, incluso olvidaba que ya no era la única persona ocupando su cuerpo, la noche anterior, Franco le había ofrecido una copa de vino luego de la cena, y ella encantada de pasar un rato más con Franco antes de ir a dormir, aceptó, sin darse cuenta de lo que había hecho hasta que tuvo la copa en la mano, no quiso arriesgarse a tomar siquiera una gota de alcohol, asi que debió ingeniárselas para desechar su contenido sin que su marido lo notara.
Hacia muchísimos años que Sara no debía tener tantos cuidados, quince para ser exactos... sabia que había muchísimas cosas que debía dejar de hacer y que extrañaria horrores, trabajar en las caballerizas, o sus paseos junto a Sexto definitivamente encabezaban la lista, seguidos por algunas salidas o actividades. No podía tomar riesgos, y por el bien de su hijo, debía reducir al maximo las probabilidades de sufrir cualquier tipo de accidente, pero todo valdría la pena en tan solo un par de meses, cuando por fin tuviera a su hijo en brazos.
Sarita se colocó de costado y se miró en el espejo, posó ambas manos sobre su vientre aún plano, a simple vista, nadie podía adivinar el mágico proceso que se estaba llevando a cabo en su interior.
Aun le quedaban algunas semanas más antes de que su pequeño o pequeña comenzara a hacerse notar, y Sara no veía la hora de que eso sucediera. Deseaba volver a experimentar cada pequeño detalle, Sara recordaba cada pequeño momento, cada sensación que había experimentado durante sus embarazos. Lo que más le emocionaba, era imaginar la reacción de Franco cuando experimentara todo su embarazo como si fuese la primera vez.
Recordaba el brillo en los ojos de su marido la primera vez que sintió a Andrés patear, y su felicidad cuando descubrió que a la pequeña Gaby le encantaba escuchar la voz de su papá antes de irse a dormir. Se preguntaba que pequeñas manías tendría su pequeño, deseaba saber ya cuales serian las pequeñas cosas que hicieran de ese embarazo tan especial.
¿Le gustaría escuchar a Franco cantar?
¿Seria su propia voz la que calmaria a su hijo en esas noches en las que no la dejaria dormir?
¿Respondería a la voz de sus hermanos, tal como lo había hecho Gaby, cuando un pequeño Andrés de tres años le hablaba todas las tardes al vientre de su mamá?

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El corazón no olvida (Sarita y Franco)
Fanfiction¿Como reaccionarias si el amor de tu vida regresa a casa, pero sin recordar nada de lo que han vivido juntos?