capitulo once: sensación extraña

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Franco esquivó todas las preguntas de su hermano Juan esa noche, en cuanto entró a la hacienda Reyes, fue de inmediato a buscar a la empleada que sus hermanos le habían presentado.

La mujer estaba en la cocina, terminando de secar unos platos para luego guardarlos en la alacena.

—Eh, Quintina —La llamó—

Quintina se dio la vuelta, y casi se le cae uno de los platos que estaba secando al ver a Franco al frente suyo.

—¿Vengo en mal momento?

—¡Claro que no, Don Franquito! —

Quintina dejó el plato junto al trapo que estaba utilizando sobre la encimera y se acercó a Franco secándose las manos con su delantal.

—Necesito pedirle un favor, Quintina.

—Lo que usted precise, Don Franquito

—¿Será posible que me consiga unas fotos de Andrés y Gaby? Norma me ha dicho que has sido tú quien colocó la foto con Sara en mi cuarto, y... bueno, quiero tener una de ellos también

Quintina se llevó las manos a la boca, emocionada, y Franco notó sus ojos llorosos. Sin decir nada más Quintina asintió y comenzó a caminar en dirección a una habitación que Franco no conocía, pero de todos modos la siguió, era una biblioteca, una de las dos que había en la Hacienda Reyes. Quintina fue directo a un cajón, y sacó un álbum, comenzó a ojearlo, buscando una foto en específico. Franco notó que aquel álbum no solo tenía fotos de su familia, sino también de Oscar y Jimena, y Gabriela Acevedo, también había otras personas en esas fotografías, pero él no pudo reconocerlas.

—Mirelos —Dijo Quintina tendiendole una foto— tan pequeños.

La foto en cuestión era una fotografía que debía tener alrededor de cinco años, por lo que F ranco podía notar, era de la graduación de la escuela primaria de su hijo, él estaba con su diploma y su medalla, y Gaby a su lado haciendo una mueca.

—Son adorables —Comentó sin quitarle los ojos de encima a la foto—

—¿Cómo no van a serlo? si son la mezcla perfecta entre usted y doña Sarita! ¿Cómo fue la primera vez que los vio? ¿Recordó algo?

—Nada, Quintina. No recordé absolutamente nada, pero me sentí bien con ellos, como si algo dentro mio supiera que pertenecía con ellos.

—Ya verá que pronto recordará absolutamente todo, la señora Sarita no va a descansar hasta que usted no recupere su memoria.

—Quintina... ¿Puedo preguntarle algo?

—Lo que usted quiera, Don Franquito.

—¿Qué le sucedió a mi hermana?

—No me haga hablar de esa tragedia, por favor —Quintina cerró los ojos y sacudió la cabeza, como si algún recuerdo horrible le hubiese venido a la cabeza—

—¿Tragedia?

—No puedo decirle nada, don Franquito, ya dije demasiado, y no es algo que me corresponda a mi decirle

—Todos me dicen lo mismo, que no pueden decirme nada, es hartante que nadie quiera decirte lo que ha sucedido en tu vida los últimos veinte años

—Don Franquito, no es que su familia quiera ocultarle las cosas, han ocurrido cosas muy difíciles en esta familia, cosas imposibles de explicar con palabras, y usted es un ser muy sensible

—¿Tan malo es?

—Depende como lo vea, nada en la vida es gratis, y para poder conseguir todo lo bueno que tienen ahora, esas tres mujeres que los aman tanto, han sufrido mucho.

El corazón no olvida (Sarita y Franco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora