Capítulo 3

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El cine. Desolado como pocos días, pero abarrotado de ese aroma a palomitas de maíz, mismas que Aaron llevaba tres minutos devorando, dándose la apariencia de ser una ardilla, con las mejillas infladas de tanto rellenarse la boca como si no hubiese probado bocado en dos años.

— ¿Te gustan mucho? — preguntó Sebastián, quien sostenía los dos vasos de sodas en las manos, mientras hacían una pequeña fila, era el día de estreno de una película mucho más sofisticada y seria que una simple cinta sobre roedores de los árboles asesinando personas.

— Me ofendes, a mí me gusta la comida, sea cual sea — se defendió al profesar con orgullo el poder de su apetito. Aaron no se acomplejaba de su peso, sabía que estaba pasado de la cifra ideal de la balanza y a mil años luz del esperado para un omega, referente a las estéticas impuestas a la sociedad.

— ¿Incluso si es algo asqueroso? — cuestionó alzando una de sus cejas mientras veía a su vecino tener un pequeño debate interno — Asqueroso nivel... ¿Insectos? —

— ¿Cómo una cucharada acaramelada? — sus facciones emularon el asco que sintió con aquella idea alocada de comerse un insecto, ya había visto como los empalaban y disponían en puestos callejeros, pero él no se miraba comiéndose voluntariamente uno de esos nada agradables bocados — Quizá por un buen pago o si estoy muerto de hambre, tipo, no he comido en seis días nada de nada —

— Yo hubiese dado un no definitivo — murmuró el alfa al pensar en las posibilidades que el omega le dio — ¿Por cuánto dinero te comes una cucaracha acaramelada? —

— Pues... — un sonidillo pensativo se le salió de los labios cerrados, se preparó para dar una respuesta satisfactoria, pero un carraspeo por parte del grupo de betas tras ellos en la fila, les hizo avanzar para entrar a la sala.

Con la charla terminada abruptamente, buscaron la sala al final del largo pasillo, adentrándose en un gigantesco cuarto, apenas alumbrado por lucecitas del suelo y el techo. Cómodos en la primera línea, aprovechando que compartirían el lugar con cuatro personas más, se recostaron en sus asientos.

En el silencio de sus palabras, con una música sin letra de fondo, para darles espacio a matar los minutos que quedaban antes de la función, el omega miró al alfa dar vueltas y vueltas, se preguntó si su asiento tenía polvo pica pica. Dio un largo y molesto trago a su gaseosa y suspiró.

— Pregunta —

Atontado, Sebastián le miró y avergonzado se rascó la nuca con clara señal de incomodidad por no poder alzar la voz.

— Pregunta — insistió Aaron dándole un tono más suave a la palabra.

— ¿Crees que es una película estúpida por la que no merece perder el tiempo? —

— Sí, creo que será una película estúpida por la que no merece perder el tiempo — afirmó sin atisbo de duda, realmente pensaba que sería una dolorosa cinta cinematográfica que odiaría — pero no importa la película, mientras tengas buena compañía, por eso vine —

Tras un pequeño ataque de nervios, el chico volvió a retomar la sonrisa en la boca, flotó de lo tranquilo que se sintió — Ninguno de mis "amigos" quiso venir conmigo, luego invité a Alex como medida desesperada... pero al final viniste tú —

Aaron bufó — Ellos se pierden de la película de terror que definitivamente será una comedia involuntaria — tomó una de las palomitas de maíz y se la arrojó a Sebastián — Ahora come y calla, Seb —

Aaron bufó — Ellos se pierden de la película de terror que definitivamente será una comedia involuntaria — tomó una de las palomitas de maíz y se la arrojó a Sebastián — Ahora come y calla, Seb —

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