Capítulo 26

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La supuesta reunión de despedida de "tú y yo", escaló rápidamente a un: "Tú, él, éste otro, mi vecino y yo".

Aaron apenas había sobrevivido al esfuerzo físico de empacar su ropa, sus trastos y objetos varios. Las fuerzas le llegaron al límite y se quedó a mitad del apartamento, tirado en el suelo con las extremidades extendidas. No soportaba el dolor en sus talones, con las cientos de agujas hincando sus pies. Batallaba una guerra campal por mantener los párpados abiertos y el hambre atrapada en su estómago, rabiaba por recibir jugosos trozos de carne.

Desgraciadamente, Chris estaba con todas las energías arriba, rozando el límite del cielo. Aaron sabía que las teclas digitales del celular del beta no tenían sonido, pero de solo apreciarlo por el rabillo del ojo, con esa macabra sonrisa y el pulsar veloz de sus dedos, se imaginó lo peor.

Aaron no se quejaba, le crujía cada hueso del cuerpo y apenas reconocía las partes que no le dolían, sin embargo, el tasajo de carne dispuesto en su plato, le hizo alejarse de las ideas preconcebidas de tener a: El hiperactivo de Christopher, el ex ligue de su mejor amigo, su amor platónico con novio y Marcos, no iba a ser un resultado favorable a su salud mental.

El aroma de la comida que Marcos y Sebastián prepararon para la velada, le bloqueó cualquier reniego que pudo nacer en su boca cuando se vio obligado a sentarse dignamente en el suelo, en su enigmática mesita redonda, bajita y maltrecha, aunque útil en las reuniones más serias... Merecedora indiscutible de hacer acto de aparición en las historias del Rey de Camelot.

Quería robarse esa mesa. La sazón de la costilla con la que se atiborró la boca le tenía ocupado, ajeno a la incomodidad de Rogelio tomando una cerveza, mientras ignoraba a Christopher, los nervios de un Marcos que jugaba con sus dedos y la mirada muy evidente de Sebastián hacia él, solo podía preocuparse por él mismo, él y su hambre.

Ni los golpecitos de los dedos de Marcos en su muslo, trajeron al mundo de los conscientes a Aaron.

— Quiero hablarte de algo... No puedo con Alex porque está pasando por mucho y no quiero molestarle — murmuró al omega a su lado, quien asintió más por un reflejo que por prestarle atención — Be-Besé... — sus labios se apretaron en una mueca — besé a Max —

El trozo de hueso limpió cayó dramática y ruidosamente contra el vidrio — ¡¿Qué?! — vociferó Aaron con aquella boca llena de grasa que hacía a sus labios, su barbilla y la punta de su nariz brillar.

Aaron miraba con nuevos ojos a Marcos. La reunión se convirtió en: Un hiperactivo Christopher, el ex ligue de su mejor amigo, su amor platónico con novio y el atrevido Marcos que le comió la boca a su compañero de trabajo.

— ¡¿Qué?!, ¿Qué es el qué? — Chris había sido el primero en alzar la cabeza para husmear — No me llegó el chisme —

— ¡Has saltado de lleno a segunda base! — Aaron ignoró al rubio que le empujaba queriendo sacarle información — ¿Cómo? Digo... Espera que mi cerebro capte señal —

— ¿Segunda base?, ¿A quién se la chupó el niño de carita inocente? — Christopher codeó a Aaron e hizo un pequeño bailoteó de sus cejas emulando un semblante pícaro.

El rostro de Marcos llegó a nuevos tonos de rojo, mientras negaba alzando las manos eufóricamente, alejándose de la mesa, soltando balbuceos que no llegarían a solucionar el malentendido.

— No creo que sea buena idea charlar de temas sexuales en la mesa — Sebastián salió en una sutil ayuda al pobre omega ruborizado.

— Hablamos de las bases de la gente tímida, Chris — Aaron le dio un golpe en la cabeza, nada doloroso y más como un pasivo llamado de atención entre amigos — Tus bases son: Roces con ropa, felación y sexo sucio —

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