El Extra

Capítulo 5

— ¿Está vivo? — preguntó el beta que seguía cada uno de los pasos del adormecido omega, cuya pereza no le había ni dejado borrarse el rastro de saliva que cubría su barbilla.

— Desgraciadamente... Igual estaba ocupado intentando autoasfixiarme con una almohada antes de que llegarás a interrumpir mi suicidio — habló contra la suavidad de la tela acolchonada, entorpeciendo las palabras que interrumpidas no dieron respuesta al rubio cenizo acuclillado al borde de la cama.

El frescor que se colaba por la ventana le hizo fruncir el ceño, se adentró en la cama, hundiendo el colchón y moviendo el cuerpo pesado del omega adormilado de nuevo. Cerró la ventana y escuchó el inmediato gruñido - para nada atemorizante - de Aaron que le daba manotazos.

— No, déjame... Esa era mi opción B, si no era la almohada, sería el frío —

— Pues déjame meter un plan C — se dejó de caer sobre su mejor amigo para aplastarlo, escuchando el quejido adolorido del chico que se removía suplicando su libertad, arrastrando las sábanas, hasta terminar dándole codazos en las costillas al beta — Calma, cerda violenta, aprende a no bromear tan rancio —

— ¡Me vas a matar, idiota! — bramó el omega al rodar cuando se sintió libre del aterrador peso de un beta casi tan grande como el alfa que le gustaba — Mi vida pasó por mis ojos, era una mierda, perderla casi era un regalo — respiró ruidosamente con la mano sobre su pecho. Reguló cada exhalación y se giró para acomodarse con su amigo en su pequeña cama unipersonal — Solo la tengo porque estás conmigo —

— Ay — lloriqueó al lanzarse para abrazar a su amigo, enredando sus hebras castañas entre sus largos dedos delgados — ¿Es hora de ponernos modo románticos? Yo también te amo, eres el único amigo verdadero que tengo —

Una sonrisa sincera, de esas pocas que se le podían sacar al omega de humor poco usual — Bien, ya mucho... Sigamos odiándonos. ¿Qué haces aquí? Interrumpes mi sueño de belleza —

Un herido Christopher alzó una ceja, fingió ver un reloj en su muñeca para medir el tiempo y suspiró — ¿Y cuándo hará efecto? Te he visto dormir muchas veces y sigues igual —

— Procedo a sentirme ofendido — le dio el golpe con una almohada, no tan fuerte, no porque no quisiera, sus brazos eran poco formidables para causar un gran impacto.

Entre risas escandalosas Christopher se removió hasta caerse de la cama, sobándose la cabeza, chillando por el dolor de su cuerpo al golpearse — Mejor dicho, a ser violento... Y yo que venía de buena fe a invitarte a una fiesta —

Asomándose por el borde de la cama para seguir a su amigo tumbado en el suelo, quien mucho se quejaba, pero se le veía bastante cómodo recostado sobre su alfombra, usando sus manos como almohadas.

— ¿Botanas y cerveza gratis? — cuestionó pensativo — debiste empezar por eso. Me apunto, si viniste hasta acá, debe ser una buena fiesta de fraternidad — dijo pinchando una de las mejillas de Chris, ganándose una fulminante mirada de esos orbes marrones.

— Sí... y habrán muchos chicos lindos, deberías llevar condones — hizo un gesto obsceno con sus manos y meneó sus cejas al mismo tiempo para darle una idea de las intenciones con las que podría ir esa noche.

— Sí, sí llevaré, pero para ti — le dio un golpecito en la frente con sus dedos. Resopló, rodó sus ojos con notable fastidio y se removió para sentarse en su cama, escuchando el rechinar de los resortes. Chasqueó la lengua al notar que el jaloneo previo, hizo que una de las puntas de su ropa de cama se saliera de su lugar.

— Aaron, goloso. ¡Quieres hacerlo conmigo! —

— Sí, sí quiero. Me gustan las nuevas experiencias — se sacó la camiseta para dejar su blanca piel expuesta, lanzando una mirada fugaz a su amigo prendido en pánico, con las palabras atoradas en la boca — Es broma, idiota. Solo me voy a cambiar para que no me des por culo por como voy vestido —