Capítulo 12

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Aaron pudo calificar la tarde de la víspera de Navidad como: Tranquila.

Espantó a la señora Becher con la última respuesta, ella fue el escalón que le permitió el pase a caer el precipicio, la mujer se sintió lo suficientemente incómoda para no querer entablar una nueva conversación con el omega.

Él era mucho, así lo definiría Jessica Becher. Y no porque fuese una persona excepcionalmente agradable y grata, a la que no poder soportar por su luz, era mucho en el mal sentido, no sabía como hablar con él sin llegar a irritarse. Simplemente consagró la idea que la amistad era buena, pero un noviazgo no sería fructífero, no lo aceptaría. Sebastián era su tesoro, y no se lo confiaría a alguien como Aaron, prefería seguir en la sintonía de la emisora que lanzaba tonadas de amor alrededor del otro omega del que su hijo llegó a hablarle, el chico bonito y bailarín de futuro prometedor.

Aaron no se sentía despreciado, aunque no por ello bienvenido por la dueña de la casa, en realidad solo sobrevivieron porque la pareja de la señora Becher era lo suficientemente carismática, manteniendo el ambiente placentero durante la cena... Hasta la famosa escapada que Sebastián le prometió al omega.

Mientras ambos muchachos lavaban los platos, la excusa perfecta para darles espacio a la acaramelada pareja en el salón, planearon su huida tan pronto como terminaran el quehacer; entre golpes con la esponja, baños de jabón de trastos limpios y la ropa algo humedecida. Con las llaves del auto de su madre en las manos y un abrigo, el alfa arrastró al omega hasta la entrada principal, despidiéndose de su progenitora de forma escueta: "Nos vemos, mamá. Volveremos antes de las doce".

Una pequeña mentira que debía pasar desapercibida por la mujer a la que no le dio tiempo de contestar, porque a la afirmación de su hijo solo le siguió el golpe de la puerta al cerrarse. Sebastián no quería regresar para arruinarle la velada romántica a Jessica, le debía tanto a la mujer que por años pausó su vida, con tal de darle la oportunidad a él de formar la suya.

Las llantas hacían su paso por el asfalto, los focos alumbraban los espacios en negro que el alumbrado público no alcanzaba a cubrir y la marea de personas andando en las calles, metidas en sus propias historias, tenían concentrado al chico que conducía buscando alejarse del ajetreo de la pequeña ciudad. Aaron simplemente existía a su lado, jugaba con el cinturón de seguridad al que no estaba acostumbrado, se creía Dj al cambiar las estaciones o rodaba el botón para acondicionar el volumen de las canciones, y admiraba en silencio las calles que desaparecían.

— Lamento si mi madre te ha puesto incómodo, tiene una obsesión con buscarme pareja — Sebastián pasó sus dedos entre las hebras de su cabello, le avergonzaba admitir la desesperación de su progenitora por la búsqueda infructuosa de una omega con la que formar una familia.

— Tranquilo, con mis respuestas, quede debiendo nota en el examen — murmuró al sacar su celular del bolsillo, mandó un corto y poco emocionante mensaje a Chris, deseándole una feliz Navidad y le recordó que no le daría regalo — Supongo que así son muchas madres, solo quiere que dejes el nido al lado de un buen omega que te de estabilidad —

Al de lentes no le importaba la aceptación de la mujer, esa señora que podría convertirse en su suegra, porque él era un pesimista, siquiera pudo hacerse a la idea, que él y Sebastián podrían tener una relación.

— Sí, es un poco molesto — murmuró girando hacia la derecha, perdiendo por fin el camino de los suburbios para adentrarse en una carretera plagada de vegetación — Ella espera que venga un día con un omega marcado, el chico perfecto... El problema es que nadie es perfecto, menos ante sus ojos —

— Sí, me preocuparía mucho por tu problema, si no fuese porque empiezo a creer que me vas a secuestrar, asesinar y tirar en el monte — mirando hacia el exterior pobremente alumbrado por los focos del auto, solo mantenía la cordura por el incandescente tintinear de las estrellas que pintaban el cielo nocturno, era un símbolo majestuoso de esperanza.

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