El reloj marcó la hora estipulada, Aaron se aseguró de ello, porque deseó parar el tiempo cuando el momento de reunirse llegó, y Sebastián no apareció. Quiso inhumanamente pausar el mundo, controlar el tiempo, detener a las personas... para apaciguar el malestar que solo creció al darse cuenta de lo estúpido que se veía.
Sacó su celular y empezó a marcar, pensó que el chico pudo tener un percance y no era justo enfadarse con él. Fue hasta la tercera llamada que la línea dejó de pitar, dándole espacio a la voz de Sebastián de hablar.
Entonces Aaron se dio cuenta que Sebastián no había tenido ningún accidente.
— Lo siento, Cookie... Ha surgido un contratiempo, es Alex — el nombre le supo amargó al omega que oía atentamente la respiración acelerada del chico, en pánico, en agobio, en tantos sentimientos que Aaron no pudo percibir cuál predominaba — Sus padres van a divorciarse. Le acaban de dar la noticia... Él está muy abatido, no sé qué debería hacer para calmarlo —
Su contestación fue automática — Está bien, lo entiendo. Alex te necesita — no lo dijo de corazón, fue un robot lleno de sarro, lejano a la desesperación del contrario.
— Yo... — Sebastián se sentía al borde — Prometo recompensarte uno de estos días... Puedo faltar a una clase o... — no quería quedar mal con su amigo, pero el omega aferrado a uno de los cojines de su sillón, sollozando entre desvaríos, lo necesitaba.
— Oye no, tranquilo — su semblante relajado se mantuvo, pese al tono ligeramente apagado de su voz, rozando la decepción — Entiendo que haya surgido algo importante —
— Cookie, en verdad lo siento — se le notó desesperado, acongojado por no poder dividirse en dos. Correr a la cita de su amigo y quedarse a velar por el sufrimiento de Alex. Simplemente no podía abandonar al omega que se ahogaba en lágrimas, no tenía corazón de desampararlo en ese momento de debilidad.
— No deberías. Lo mío era solo un capricho, nada importante... Debo irme, hablamos luego —
Colgó sin esperar una respuesta. Apagó su móvil porque sabía que si Chris le llamaba, no podría mentirle. Tomó los ramos de flores y se levantó. Tenía mucho por hacer, aunque se detuvo unos segundos al contemplar la leve lluvia que le mojó las mejillas... Fue raro para él, considerando que era un día despejado.
Oh, debía ir de acá para allá, no tenía tiempo que perder.
Debía afrontar el peor día del año, solo. Encararía a los demonios, sin escudo, espada o compañía.
Aunque Christopher estuviese en traje, fingiendo prestar atención a la conferencia del XXV Congreso de Responsabilidad Civil y Seguros, su mente solo podía estar en su amigo. El malestar fue latente durante toda la jornada en la que estuvo preso, lejos de su celular, sin posibilidad de contactarse.
Chris muchas veces estuvo a punto de cortarse las venas con los papeles que llevaba cargando desde el día anterior. Intentó hasta dejar de respirar, esperando morir de asfixia. No fue hasta que la charla acabó, que corrió fuera del gran salón para encender su móvil. Hizo un total de diez llamadas a Aaron antes de entrar completamente en pánico. Chris perdió una parte del cabello esa noche en la que contactó con sus conocidos, prometiendo una y mil maravillas con tal de conseguir el número telefónico de Sebastián.
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El Extra
RomanceAaron está en medio de una encrucijada de un romance cliché externo a él, entre sus vecinos; Sebastián, la personificación de lo imperfecto y Alex; la personificación de lo perfecto. Quienes parecen empezar a pasar del amor al odio cada día. Mientra...