Capítulo 21

127 33 0
                                    

Aaron empezó a evitar a Sebastián. En principio por gusto y en segunda por necesidad. Su pequeño derroche de licor en compañía de Rogelio para aliviar las penas de un corazón herido, le dejaron en números rojos. Tuvo que aumentar sus turnos si no quería acabar en la calle.

Siempre viviendo a las justas, ya estaba acostumbrado a ello. Era desgastante, pero se había esforzado tanto, que era cuestión de orgullo seguir vivo. Quizá era una especie de deuda que tenía hacía su abuela.

Aaron no mintió al decir que Christopher era su única familia. Sí, tenía a su abuela en el mismo plano, sin embargo, ella era un alma intermitente. Estaba y a la vez no estaba.

Entre el cansancio y las horas de sueño, el omega se había convertido en un muerto. Trabajaba trece horas seguidas, dormía seis horas, y el resto lo ocupaba para comer sándwiches y hacer limpieza. Su conexión con el mundo regresó a ser su celular.

Respondía mensajes, seleccionados en valor de importancia, siendo Christopher el primero y Rogelio el último, porque Sebastián era casi ignorado, las contestaciones de Aaron hacía las interminables preguntas del alfa variaban entre un "sí", un "no" y a veces un "quizá", en intervalos de dos o tres días.

¿Aaron estaba siendo un cobarde que evadía a su amigo?

Sí. Él jamás lo negaría.

Aaron se iba al trabajo antes que Sebastián llegara y regresaba después que el alfa se marchara, porque el omega consideraba que era lo mejor. Su plan consistía en tomarse un tiempo para reparar su iluso corazón y volver a convivir con Sebas, cuando dejase de sentir lo que no debía, solo así dejaría de sufrir por ser un segundón... Porque el puesto número uno ya no le importaría.

Examinó cuidadosamente su reflejo en el espejo, tenía las perfectas pintas de un vagabundo, las prendas viejas, gastadas por el lavado continuo y los cabellos revueltos por no encontrar su cepillo, quería rendirse a la desesperación, quizá llorar un rato y luego seguir buscando el peine que le separaba de mendigo despeinado a un mendigo peinado, el utensilio tampoco hacía magia.

A lo mejor la búsqueda se le hacía el triple de difícil porque Christopher quería su atención, y por ello le había llamado.

— Ya te dije — habló casi sin aire en los pulmones, metiendo su mano en el espacio debajo de la cama — No culpo a Seb por fallarme — encontró un zapato viejo que hace meses no veía — Él creía que era una simple salida de amigos... Si lo comparas claramente te quedarías con el chico en crisis — el calor se propagó debajo de su ropa, haciendo a su piel exudar molesto sudor.

— Lo sigo odiando — Chris no daría treguas, pasara el tiempo que pasara -que habían sido solo siete días- no perdonaría al alfa, él era muy rencoroso, se acordaba de todas las veces que Aaron lo pateó para alejarlo, las iba contando en una libreta.

— Si yo le hubiese dicho que lo necesitaba...— murmuró apoyándose al borde de la cama, descansando su barbilla sobre el blando colchón — Que era importante para mí... — miró su móvil dispuesto en una de las almohadas en las que apoyaba su cabeza, fue estúpido siquiera pensar en el "qué hubiera pasado", porque no pasaría y no había una respuesta, e incluso si la hubiese, no importaría — Pero no se lo dije, me aterraba saber su respuesta —

— ¿A qué te refieres? — Christopher se aguantó llamarlo "perra", él no entendía cómo podía pensar tan arduamente en alguien que no valía la pena — ¿No serías feliz si hubiese corrido hacia ti? —

"No es tan fácil", acalló el pensamiento, volviéndolo en palabras.

— Si hubiese elegido a Alex, me partiría el corazón de nuevo — paseó sus dedos entre las castañas hebras de su cabello, revolviendo mucho más los mechones, creando un desastre peor que el inicial— Si me hubiese elegido a mí, me asustaría, porque volvería a creer que — se le partió la voz, y flageló un poco su alma con la sola mención de su fantasía — Yo le gusto... Y no quiero tener estúpidas ilusiones —

El ExtraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora