XII☆彡La Lealtad Que Pagamos

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     —¿UNA BODA? —Saera se hubiera reído como la primera vez, pero el asunto ya sólo le irritaba—, por los Siete, ¿Cuántas veces más vamos a tratar esto?

     —Es la última—el Septón Supremo Kadar aseguró bebiendo del vino dorado de Arbor.

     Vestido humildemente con una gruesa capa gris que ocultaba una túnica larga y holgada en colores marrones, se ocultaba el vicario de los dioses, que había dejado su trono de cristal en Antigua para hacer una visita de emergencia a la madre de sus hijos y a la que consideraba, su mejor amiga. La mujer que por años había sido su amante en buenos y malos tiempos, para él, su lealtad era indudable.

     Además, que, despojado de todos sus colgantes de oro y sedas myrienses, le hacían recordar sus verdaderos orígenes, no aquellos días donde solía ser uno de los hombres más poderos de Volantis como triarca, sino el tiempo en que la vitalidad lo llenaba como el hombre joven y lleno de aventuras, uno muy distante al que era hoy. Con veinte años se había embarcado hacia el Mar de Jade en busca de gloria y riquezas. Ahí había aprendido lo importante que era el amor y goce de la gente común, no podía haber un gobierno rico con pueblo pobre.

     Saera tamborileó sus uñas contra la mesa, ni siquiera las sombras del fuego que acariciaban su rostro podían ocultar su mirada imperiosa, no le había gustado el tono en que Kadar lo había dicho.

    —Sí tan seguro estás dime, ¿Quién es la pobre chica?

    —Alysanne Blackwood.

     Saera lo miró fijamente al negar mientras una sonrisa aguda se cernía sobre sus labios ante la mirada seria del volantino.

    —¿Esa niña? Harlen ni siquiera lo pensará, te rechazará de nuevo, Kadar. ¿Qué no te han sido suficiente las cinco veces anteriores? Sólo déjalo ser. Thaegel y Bashira te dieron nietos, la descendencia está asegurada.

    —Harlen se casará o puede irse despidiendo de Cueva Negra—Kadar sentenció señalándola, Saera lo miró indiferente.

     —Has dicho eso antes, pero ambos sabemos que no serías capaz. No le romperías el corazón así.

     —Lo haré, Saera. Te lo advierto, sí ese muchacho no entra en razón y deja sus desviaciones del lado...

     —¿Desviaciones?—la voz de Saera se elevó por la habitación con indignación hasta hacerla reír con sarcasmo—, pero ¿Te estás oyendo? Kadar, por favor, es nuestro hijo y te prohíbo que hables así de él. Recuerdo perfectamente que disfrutaste más de una vez el espectáculo en Lys...

     —¡Pero esto no es Lys! ¡Ni Tyrosh o la maldita Volantis, Saera! Tú sabes mejor que nadie lo que un desliz caliente puede provocarle a alguien aquí—el Septón Supremo Kadar se había puesto de pie con una furia que dentro escondía una sincera angustia.

SINNERS ─── Aemond TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora