XX☆彡La Última Cena

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      EL ACERO VALYRIO HACIA CORTES LIMPIOS, pero eso no evitó que gruesas manchas de sangre cayeran sobre las botas de Harlen y el vestido de su madre, su nariz se frunció desdeñosa cuando la mitad de la cabeza de Vaemond Velaryon cayó al suelo. Miró la sangre a sus pies más como un mofe, pero lo que vio a través de los ojos de Aemond... no podía decir que lo desconcertó, Aemond podía ser mezquino, pero ahora mostraba una faceta más allá, una fascinación no por la sangre, sino por quién la derrama.

     Porque Daemon era el poder sin palabras y eso atraía al príncipe tuerto como una polilla al fuego, destinada a quemarse si no obtenía ese poder.

    —Puede quedarse con su lengua—Daemon dictaminó al recargarse contra Hermana Oscura sin mayor conmoción en su voz.

     El hermano de lord Corlys había explotado en una nube de rabia irracional, cegado por la decisión final del rey al rectificar a su nieto Lucerys como el heredero de la Serpiente Marina, con la princesa Rhaenys apoyando su derecho después de anunciar los compromisos de sus nietas Baela y Rhaena con los dos hijos mayores de Rhaenyra.

     Harlen había reído más alto cuando Vaemond pensó sus palabras dos veces antes de acusar públicamente a los hijos de Rhaenyra de ser niños nacidos de una relación fuera del matrimonio, pero entonces ya no rio cuando los ojos del viejo caballo de mar lo miraron furibundo, los orbes dispares del Soldado de la Fortuna brillaron desafiante.

    Oh, Harlen estuvo esperando ese confrontamiento desde los Peldaños de Piedra donde la verdadera mala sangre entre las casas Velaryon y Lazadhor hirvió hasta desbordarse.

     —Sus hijos...—Vaemond endulzó cada palabra con veneno mirando a Rhaenyra— ¡Son bastardos!

     La corte entera se estremecería ante el grito que resonó en las cuatro paredes.

     —Y ella es una golfa.

    —Ya morías por decirlo, ¿No? —Harlen cuestionó entre dientes, pero lo suficiente alto para que el caballero de Marcaderiva se girara aún inmerso en su racha de valor y lo señalara.

    —¡Esta corte está llena de bastardos y putas!

     La sonrisa satisfecha de Aemond se convirtió en un rictus, tan tenso como el resto de su cuerpo al notar que los ojos de Harlen se estrecharon con una furia visceral. Solo la mano de Saera en el pecho de su hijo retuvo el estilete en su funda.

    —Aquí no.

    Aunque la paciencia de Daemon no fue tan lenta como las acciones del rey, quien apenas juró que tendría su lengua, la espada de su hermano rebanó la cabeza de Vaemond, acabando con su vida en un parpadeo. Su madre y sobrina habían saltado hacia atrás mientras él ya se estaba moviendo entre las filas cuando vio la espada caer sobre la carne.

    Batalla tras batalla, Harlen había aprendido que sí se tardaba en actuar, eras hombre muerto. Cada segundo debía pensarse como el enemigo para predecir su siguiente movimiento.

SINNERS ─── Aemond TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora