AEMOND AMABA EL PODER, sentirlo y adquirirlo cada vez que dominaba o lo tomaba de otros, era una deliciosa sensación que lo llenaba de vitalidad. Era lo que lo había llamado hacia Harlen y hasta el momento, seguía siendo uno de sus mayores atractivos, el príncipe encontraba excitante cada mirada, palabra y gesto dirigido de Harlen hacia él cuando se recordaba que tenía perdidamente enamorado al segundo hombre más peligroso del reino.
Era sólo suyo. Nunca le había ido bien compartir, si de niño no compartía sus juguetes con sus hermanos, mucho menos a su amante con otros hombres. Aemond no era un tonto iluso, sabía de las ocasionales aventuras de Harlen cuando estaban lejos por mucho tiempo y aunque la idea no le agradara, tampoco podía reclamar, él mismo había cedido una o dos veces a las salidas con Aegon a los burdeles.
Cuando cumplió quince su hermano le había comprado una habitación y a dos prostitutas, diciendo que eran su regalo. Aemond apenas les encontró interés, nunca sintiendo el interés de su hermano por la servidumbre o las mujeres de baja cuna, por no decir que moría cuando Harlen estaba en la corte.
Una cosa era cierta, ni él o Harlen buscarían a otros mientras estuvieran bajo el mismo techo y eso lo complacía. Era ese reconocimiento que sólo el tiempo y su perseverancia le habían ganado.
—¿Soy tu amante? —solía ser una pregunta frecuente de Aemond a Harlen, no fue diferente esa mañana cuando estaban asegurando las sillas de sus dragones antes de tomar su habitual paseo matutino.
—Lo eres—Harlen le afirmó sin duda, dejándole un medio atisbo de sonrisa que el pelinegro hubiera visto si no estuviera de espaldas. Aemond notó que dejo de ajustar las correas de su silla, sí algo le habían enseñado a Harlen, era que no debía dejar nada supuesto, cada palabra debía ser aclarada—, aunque... Tú sabes que yo te amo, ¿Verdad?
El orbe liliáceo se abrió con sorpresa por la confesión, pues no la esperaba y Harlen nunca se lo había dicho tan directamente—Yo... sí, quiero decir... me gustaba suponerlo.
Lejos de una molestia ante la posible duda de sus sentimientos, Harlen le sonrió con suavidad y extendió su mano, Aemond la miró vacilante con sus labios ligeramente torcidos al ver de reojo a su alrededor, había algunos guardianes, pero ellos parecían más ocupados en sus deberes. Aun así, palmeó a Vhagar y mientras tomaba la mano de Harlen, Vhagar se acercó ente ellos y Fantasma Gris con su ala derecha, creando una cortina entre ellos con el resto del mundo.
La cola de Fantasma Gris terminaría de empujar a Aemond a los brazos de Harlen, haciéndolos reír entre un par de besos castos hasta que Harlen le dio media vuelta para acorralarlo contra el firme cuerpo de su dragón, las manos del pelinegro descansaron con una ligera presión en sus hombros que obligaban a su ojo a mirar el lucero sangría frente a él.
—Yo mataría y moriría por ti, esa es la verdad—Harlen susurró sin apartar su mirada, Aemond sólo podía sentir como con cada palabra, le entregaba el corazón, totalmente prisionero—. Me gusta pensar que no había podido amar así a una persona hasta que no reencontramos.
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SINNERS ─── Aemond Targaryen
FanfictionS | ❝El Septón Supremo es mi padre, él nos absolverá de todos nuestros pecados.❞ Harlen creció en el seno de la familia Lazadhor, liderados por el patriarca Kadar. Observando como pasaban de ser una casa extranjera, proveniente de Volantis a o...