XXII☆彡Nosotros Reímos Al Final

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    FINALMENTE, SOLO, HARLEN PODÍA RESPIRAR sin la tensión comparable a tener una daga presionando su cuello. La unión improvisada de sus sobrinos había terminado y podía sentir aún la debilidad en cada miembro de su cuerpo, sus extremidades estaban pesadas, el mismo maestre Orwyle había asegurado que montar en Fantasma Gris podía descartarse por unos días hasta que se recuperara totalmente, pues su falta de fuerzas podía ocasionarle un trágico accidente al no tener el vigor suficiente para aferrarse a la silla o llegar incluso a un desmayo.

     Aunque Harlen nunca había sido alguien que tomara las sugerencias, mucho menos sí venían de los maestres, a los que despreciaba, seguro que lo único que deseaban era exterminar el legado de la vieja Valyria al estar tan ligada a la magia, quien era su mayor amenaza, pues sí los hombres y mujeres volvían a creer en ella, su propia experiencia y conocimientos serían cuestionados. ¿Por qué sino consideraban que su cadena de acero valyrio era el seguro que trataban a la magia como meros mitos y supersticiones?

     Ah, Harlen los despreciaba, tanto como su madre. Saera no había dejado que ninguno de ellos los tratara de niños, siempre encargaba sus problemas de salud a septones, sabios, brujas o hechiceros.

    —Son más confiables que esos perros con cadena que sólo esperan morder la mano que los alimenta—Saera aseguraba.

    Ahora, Harlen no la había visto desde que despertó, pero Bashira le aseguró que su madre estaba enterada de su estado fuera de peligro. Después de la hora de la anguila, Harlen había notado el cansancio en los rasgos de su hermana, así que la había despedido, pidiéndole incesantemente que fuera a descansar a sus habitaciones con su esposo hasta que por fin le convenció.

    —Xontar estará cuidando tu puerta, sólo así me sentiré más segura. Puedes llamarlo si necesitas algo o sí quieres que yo venga, pídele que haga que uno de los guardias lleve el mensaje con una sirvienta—Bashira instruyó con la mano sobre su frente, pues aún tenía sus propias preocupaciones de que la fiebre regresara—, pero esta habitación no puede quedarse sin vigilancia un segundo.

    La hora del lobo se asomaba por sus ventanas y un aire más cálido que la noche anterior soplaba hasta hacer bailar las cortinas lysenas de suaves transparencias blancas, sus ojos dispares se quedaron observándolas a falta de sueño mientras el repiqueteo de la madera consumiéndose en el fuego llenaba sus oídos.

     Hasta que escuchó voces y pisadas fuera de la habitación, no eran susurros.

    —¿Está despierto?

     —Lady Bashira estuvo aquí hace una hora y el príncipe aún estaba despierto, pero desconozco sí aún sigue así, alteza.

     El último título hizo a Harlen enderezarse, dejando su espalda contra la cabecera, pues sólo había una persona de la realeza en la Fortaleza Roja que se tomaría la molestia de venir a ver si seguía vivo, aunque lo que en verdad Harlen se preguntaba, era por qué había tardado tanto.

SINNERS ─── Aemond TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora