Jungkook myth

II

No supo por qué, pero aquel Dios había dejado una muy grande impresión en él, que ni siquiera el paso de los días había podido borrar.

No pudo sacar de su cabeza aquellos penetrantes ojos, ni la forma en que sus dedos se deslizaron por su barbilla al momento de despedirse. Añoraba más de ese tacto, más de aquel exquisito olor y más de aquel Dios.

Que contó los días para volver a reunirse en el bosque, según la promesa que le había hecho el Dios antes de partir.
Por lo que llegado el día, salió casi corriendo de su casa a ansiar el tan esperando encuentro.

-Llegaste.- se dió la vuelta al escuchar su voz por detrás.

-Quería verlo.- el Dios sonrió con picardía acercándose más a él.

-¿Ah sí?- Jungkook miró como sus ojos brillaban con llamas azules, como las describían en el inframundo.

Asintió embobado en sus ojos, jamás había visto unos más hermosos que aquellos, en sí, todo de aquel Dios era hermoso.
Habría hecho la comparación con el Dios de la belleza, pero no quería ser castigado con la ira vanidosa de aquel.

-¿Como te llamas? ¿Me lo dirás ahora?- trago saliva cuando sintió los fríos dedos del otro tocar su barbilla. Se sentía completamente hipnotizado y estaba comenzando a cuestionarse si ese era uno de los tantos poderes que poseía el dios del inframundo.

Dejar sin aliento y cautivado a todos los mortales.

-Mi nombre es Jungkook.