VIII

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No supo en qué momento terminaron besándose de la manera en como lo estaban haciendo ahora, el Dios había tomado su cuerpo y lo había apoyado sobre la orilla del río mientras devoraba sin ninguna pena sus labios.

Jungkook había terminado por seguirle el juego y había correspondido el beso hasta terminar como estaban ahora. No podía ponerle alto porque simplemente el dios no quería escuchar, aunque no era como que Jungkook deseara ponerle un alto, en realidad lo estaba disfrutando mucho; no tenía mucha experiencia, pero definitivamente el Dios era otro nivel más elevado comparado a lo que sus escasos dos exnovios le habían hecho sentir.

-YoonGi..- susurró en una oportunidad que tuvo cuando sus labios se separaron por unos segundos.

-Dime que serás mío.- lo escucho susurrar y por alguna razón algo en esas palabras no le gusto, tanto que apartó su cara de la del Dios.

-¿Qué?- YoonGi quedó desconcertado por la reacción del chico.

-Sé mío.- lo presiono de la cintura.- Ven conmigo, a mi hogar y sé mío y solo mío.

Jungkook se quedó pensando y YoonGi esperando atento a cualquier reacción que tuviera, no pensó que los humanos fueran tan complicados, o tal vez solo Jungkook lo era.

-¿Crees que solo con besarme voy a aceptar?- Bueno, definitivamente solo era Jungkook.

-Bueno, no veo porque resistirte cuando soy inevitablemente atractivo y es obvio que la atracción entre los dos es mutua.- dijo eso señalando la posición en la que estaban sus cuerpos y que claramente habían estado besándose hace un minuto antes de que Jungkook lo parara.

-Ya que quieres tanto que sea tuyo y vaya contigo, al menos exijo un cortejo adecuado.- Estaba comenzando a aceptar la idea del Dios, pero no por eso le iba a dejar fácil el camino.

-Está bien, te voy a cortejar de la forma correcta.

Jungkook myth Donde viven las historias. Descúbrelo ahora