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Jungkook esperaba en el mismo lugar en el que había visto al Dios por primera vez. Esperaba que llegara como le había dicho hace una noche.

-¿Extrañándome?- lo vio salir de los árboles con un par de flores marchitas entre sus manos.

Jungkook lo miró divertido y el solo se encogió de hombros mientras le tendía las flores.

-Soy el Dios del inframundo, no esperes mucho.

-El gesto es lo que importa.- tomó las flores secas y las olfateo como hacía con todas las flores, aunque no quedaba mucho de su fragancia.

YoonGi no paro de coquetear con Jungkook toda la tarde que estuvieron juntos, acariciaba su cabello; olfateaba su aroma cerca de su cuello; acariciaba los enormes muslos del castaño.
Jungkook lo notó obviamente, pero le gustaba hacerse el desentendido para probar la paciencia del Dios.

-Vamos.. solo uno.- YoonGi estaba casi encima de Jungkook tratando de besarlo, mientras el otro se apartaba lo más que podía.

-No, con usted nunca es solo uno.- YoonGi rodó los ojos y terminó por alejarse.

-Pero no te quejas.- Jungkook se sonrojó, en realidad si le gustaba que YoonGi lo besara, pero sabía que esos besos en algún punto terminarían en algo más y no quería eso.

Al menos no pronto.

Jungkook myth Donde viven las historias. Descúbrelo ahora