XXXIII

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Los padres de Jungkook eran muy devotos, a menudo solían realizar ofrendas a los Dioses, sobretodo al gobernante del Olimpo y Dios de todo.
Conocían todas las historias al rededor de cada uno de los dioses más importantes e incluso los mitos de cuando bajaban del Olimpo a las tierras de los mortales.

Por eso mismo, tenía miedo de su reacción, es decir, no todos los días tienes el honor de conocer a un Dios en persona y menos al mismo Dios del inframundo y vivir para contarlo. Sus padres podrían tomarlo con incredulidad.

-Supongamos que es cierto ¿por qué el Dios del inframundo vendría a desposar a nuestro hijo?- Su padre lo había hecho sonar como si Jungkook no tuviera nada en especial.

-Quiero a su hijo como mi consorte, quiero que tenga a mis hijos y venga conmigo a mi reino.- aquello lo pronuncio con tanta decisión y sin titubear que Jungkook casi le dice que sí a todo.

-¿Cómo podemos creerte? Cualquiera podría venir a decir que es el Dios del mismísimo Olimpo con tal de tener a nuestro hijo.

-¿Cómo? Es suficiente con mi palabra de Dios.- en un abrir y cerrar de ojos ya se encontraba al lado de Jungkook sosteniendo su mano.

Sacó de la palma de su mano el anillo que le había dado a Jungkook semanas atrás, mismo que había estado guardando debajo de su almohada y mirando todas las noches que no vio a YoonGi.

-¿Me concedería su permiso para tener a su hijo como mi único consorte?

Jungkook myth Donde viven las historias. Descúbrelo ahora