Todas conocemos a Christopher Morgan, el hombre sexy, celoso, tóxico, líder y posesivo.
Lo que no conocemos es a su esposa Nyx, ella puede mostrar la otra cara de Christopher. Un amor algo sano, donde los dos son iguales pero se aman.
La palabra ama...
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Christopher Morgan
Tres semanas habían pasado, no había podido tener a mi mujer dos semanas porque la hermana se le había pegado como lapa, el mejor amigo trataba de pasar tiempo con ellas y las veces que Nyx llegaba a mi oficina era interceptada por sus amigas.
Joder que dolor de cabeza.
Patrick llegaba la semana entrante lo que significaba más dolores de cabeza, al estar pendiente de lo desordenada que estaba la central había gastado todo el tiempo que no pasaba con Nyx en el trabajo, los horarios me iban mal y casualmente había tenido pesadillas.
—Si no piensas en mí, en serio me voy a enojar — hablan.
Alzo la mirada y puedo ver a la pelinegra con una sonrisa en el marco de la puerta con los brazos cruzados.
—Cuidado, venga la lapa de tu hermana — respondo despegándome del computador.
—Te escuché pedazo de...
—ARTEMISA — grita su hermana antes de que termine.
—Bien, vengo a dejarla — dice la hermana alzando los brazos.
—No soy un paquete — responde indignada la pelinegra.
—¡Lo que digas!
La rubia se va antes de que mi esposa vuelva hablar y yo muestro una sonrisa de lado.
—¡Amor te extrañé! — dice ella para acercarse.
Cuando está frente a mí, se sienta en mis piernas plantándome un beso.
—¿Quién no me extrañaría? — respondo cuando nos separamos.
—Humildad Morgan.
—No existe en mi diccionario.
Se ríe y se levanta, me levanto con ella para sentarla en el escritorio.
—¿Qué tanto me extrañaste? — pregunto pasando mis manos por sus muslos.
—Tanto como tú a mí.
—Yo no te he extrañado — le respondo.
—¿Así? — dice acercándose.
—Sí. — respondo siguiendo el jueguito.
—Sí.
Cuando termina de decir eso estamos lo suficientemente cerca para que nuestros labios se rocen, ella toma la iniciativa y los junta, mis manos se pasean por su cintura mientras ella me agarra del cuello para juntarme más a él.
—Se nota que no me extrañaste — dice al separarse.
La sonrisa que tiene es una creída que me hace querer borrarla, así que vuelvo a besarla, me ubica entre sus piernas y me empuja contra ella para que mi miembro roce con ella, siento la erección empezar a reaccionar y ella sonríe en medio del beso.
