Capítulo 3: Atrayendo a mi Alfa.

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― ¿Quién llama? ― preguntó una voz extremadamente ronca y segura tras el teléfono, y al escucharla Dex sintió que su cabeza comenzó a dar vueltas una vez más y todo su cuerpo se volvió gelatina blanda y maleable, que solo podría ser moldeada por él.

―S-soy Dex― la voz le salió quebrada y más aguda de lo normal, por lo que tragó en seco antes de poder continuar ―El h-hermano de Theon―.

―Con que al fin te atreviste a dirigirme la palabra, Dexian, creí que este día jamás llegaría―. Dexian lo escuchó pronunciar su nombre como en cámara lenta y la palabra hizo eco en su mente causándole un estremecimiento, se dejó caer en el suelo temblando en posición fetal, sosteniendo el teléfono en su oído con tanta fuerza como si pudiera escaparse en cualquier momento.

― ¿Puedo ayudarte en algo? ― le escuchó preguntar.

Dex intentó recitar su mantra en la mente para poder hablar con decencia, pero descubrió que no recordaba sus certezas, no recordaba ninguna cosa. Lo único que sabía era que necesitaba que Lorcan Xerac estuviera frente a él en ese mismísimo instante y le quitara esa sensación de muerte lenta que lo estaba haciendo agonizar.

Por primera vez, no sintió miedo ante la perspectiva de tenerlo cerca, más bien, sintió hambre y deseos imperantes de llenarse de su aroma y fundirse con él hasta volverse uno solo. Y de pronto tuvo la certeza cegadora de que, si no lo hacía lo antes posible, iba a explotar en mil pedazos. 

―Hay unas personas extrañas merodeando afuera y estoy solo en casa. Tengo miedo, ayúdeme por favor― comentó, sin tartamudear ni una sola vez, contra todo pronóstico.

― ¿Por qué no llamas a Theon, Dex? ―.

El omega se sintió desfallecer, Lorcan lo había llamado Dex, como todos le llamaban cariñosamente. Esa simple palabra causó tantas emociones en él, que sintió algo viscoso que no reconocía deslizarse por su entrepierna y su mente se nubló, perdiendo cada vez más su sentido racional.

―Él no contesta, ni mi madre, ni nadie. Solo venga a mi casa por favor, lo necesito― dijo, con un tono lloroso que no pudo controlar.

―Enciérrate en tu cuarto de inmediato, estaré allí en diez minutos―.

―Cómo usted ordene, Señor Xerac― dijo en un hilo de voz y cuando la llamada se cortó y dejó de escucharlo, una vez más comenzó a sollozar en el piso, sintiéndose quemar por dentro.

Lorcan solicitó a su secretaria que cancelara todas sus reuniones de la siguiente hora y salió corriendo a verificar cuál era el problema en la casa de Theon. Le parecía sumamente extraño haber recibido una llamada directa de un chico que nunca se había atrevido a sostenerle la mirada ni a dirigirle la palabra.

Lo había conocido cuatro años atrás, la primera vez que fue de visita a la casa de su mejor amigo, Theon, pero cuando quiso presentarlo, el chico salió corriendo a esconderse tras las faldas de su madre. Dexian tenía apenas 14 años. Siempre dieron por hecho que aquella reacción se debió a la intensidad del alfa de Lorcan, que era demasiado fuerte incluso para otros alfas. Pero con el paso de los años las cosas no habían mejorado, y para Lorcan la extremadamente tímida actitud de Dex se convirtió en una diversión personal.

Le parecía graciosa la forma en que el joven entraba corriendo sin mirar a los lados para no verlo cuando se encontraba en la casa de los De Lanirox, y la forma en que solía derretirse hacia otro lado, temblando como colibrí, cuando para su buena suerte se lo encontraba de frente.

Lorcan siempre le ofrecía un cordial "Buenos días" que nunca era respondido, lo hacía a propósito para molestarlo, porque sabía perfectamente que el chico se sentía atraído por él y su palpable inocencia lo divertía muchísimo.

Y todo ardía en azul ❀ By LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora