Capítulo 30: Sonido de violín

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Lorcan pisó el freno de golpe y Dexian se precipitó hacia el frente sin poder detener su pequeño cuerpo ardiente, pero el cinturón de seguridad hizo lo propio y lo ancló a su asiento con fuerza, evitando que se golpeara la frente con el cristal delantero.

Era muy entrada la noche, pero la avenida que estaban transitando siempre se encontraba concurrida, hasta en las horas más improbables. Dex escuchó el ruido de bocinas incesantes sonar tras ellos, y vio como muchos autos comenzaban a rebasarlos por los carriles opuestos. Estaban en peligro, en cualquier momento podían chocarlos por la espalda y matarlos a los dos, pero fue tan poco importante la vida cuando su alfa lo miró a los ojos por fin, desabrochó su cinturón con sus grandes manos venosas y calientes, y lo atrajo por la cintura hasta colocarlo sobre su cuerpo.

Dex se acomodó encima de él con tanta facilidad que se sintió en el cielo, colocó sus piernas alrededor de sus caderas y asentó su trasero sobre su miembro duro. Lo había sentido muchas veces antes pegado a su culito mojado, pero juraba que en esa ocasión lo sentía el doble de grande, el doble de caliente y palpitante. Gimió como niño pequeño y se mordió el labio con una expresión lastimera en el rostro, necesitaba tanto que lo consumiera de una vez, que se bebiera hasta la última gota de sangre que hervía bajo su piel.

—Mi bebé no ha aprendido a controlar a sus instintos, ¿verdad que no? — preguntó Lorcan con la voz rugiente como lobo endemoniado. Tomó a su omega por el cuello y lo aprisionó en un beso violento y profundo, lleno de mordidas dolorosas y una lucha constante de su lengua por llegar hasta el centro mismo de su alma. Dexian le sostuvo el cabello destelleaste de azul con suavidad, sintiendo que su lobo se volvía loco con cada roce de aquellos dientes delirantes, con cada golpe recio que sentía en su pelvis cuando bailaba encima de él.

Lorcan lo empujó hacia el manubrio y se abalanzó sobre su cuello, el omega gritó en respuesta abriendo sus piernas mucho más para él, para que lo tomara de cualquier forma. Sabía que su alfa lo iba a castigar tarde o temprano por no haberlo obedecido, pero juraba que no tenía opción, no había forma en qué hubiese aguantado las ganas arrolladoras que tenía de ser consumido por su fuego hasta volverse cenizas.

—Perdón, mi señor...— dijo el omega con la voz entrecortada, consciente de que debía contestar, y la humedad de su cuerpo se sentía tan viva que le quemaba el interior.

El alfa sonrió sobre su cuello y se alejó de él despacio, dejándolo con la boca abierta de par en par buscando en vano respirar con normalidad. Lo miró directamente y sus ojitos rojos de emoción se cristalizaron por las lágrimas, Dex estaba tan excitado que un aura caliente se desprendía por su piel, tan pesada que podría derretir el costoso sillón de cuero sintético donde se encontraba.

Lorcan sacó un frasco del compartimento central de su auto, sin dejar de mirar esa carita de niño consentido, que pedía a gritos que se lo follara hasta matarlo. Tomó una pequeña píldora blanca que siempre supo que tendría que utilizar, y miró a su pequeña bola de fuego a los ojitos llorosos. —Esto te ayudará a ser un buen niño hasta que lleguemos a Sicilia—, comentó, llevó la pastilla hasta su propia lengua y la dejó sobre la punta, reposando inerte. —Tómala— dijo sin más.

Y Dexian se lanzó presuroso a lamer la lengua de su alfa, tan caliente, tan descarada y sádica que lo hizo marear por completo. Tomó la pastilla y se la tragó con su saliva, pero después de eso continuó besando esa boca divina que tanto lo atormentaba y lo llevaba al mismísimo infierno. Y poco a poco se perdió, en el medio del sonido ensordecedor de las bocinas que había olvidado que existían, entre los movimientos desesperados de sus caderas y la fuerza enloquecida con la que Lorcan reclamaba sus labios sin parar.

♥ ♥ ♥

Más tarde, Dex abrió sus ojitos verdes suavemente comenzando a recuperar la consciencia, la nota suave de un violín lejano lo hizo volver a la realidad y se encontró todavía en el auto. El aroma descontrolado y penetrante del lobo de Lorcan lo regresó a su estado delirante, se tocó el labio inferior y sintió un ligero ardor en varios puntos donde lo había cortado, le gustó tanto que se mordió su boca herida despacio, buscando acrecentar la sensación de dolor delicioso.

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⏰ Última actualización: Sep 03 ⏰

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Y todo ardía en azul ❀ By LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora