Capitulo 24: Sangre inmaculada.

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El vuelo de Lorcan y sus acompañantes hasta Oriente tomó poco más de 12 horas sin ninguna escala. Y sin embargo cuando arribaron al Imperio más lejano de Galem, un representante del emperador Ragnar Antonov, les esperaba para decirles que su primera reunión tendría lugar en ese mismo momento.

El mundo donde vivían estaba dividido en cinco imperios independientes: Galem, Eurasia, Merím, Laok y el lejano Oriente, y todos respondían al Capitolio Imperial, donde reposaba el palacio del Gran Emperador, el gobernador del mundo.

Galem era el imperio más civilizado de los cinco, había desarrollado tantos avances tecnológicos y médicos que los alfas y omegas no dejaban surgir su celo con libertad, sino que controlaban sus impulsos de manera constante, utilizaban inhibidores y vivían como seres humanos independientes de sus híbridos medio dormidos. No obstante, en los demás imperios prevalecía el instinto, la gente convivía libremente con sus híbridos y se aplicaba la ley del más fuerte por encima del débil.

Por eso, cuando Lorcan y sus colaboradores ingresaron al salón imperial, la gran cantidad de aromas descontrolados y presencias vivas que danzaban en el aire los hicieron fruncir el entrecejo. Definitivamente estaban muy lejos de casa.

—Los dioses salven al Emperador de Oriente— dijo Lorcan cuando llegó al centro del salón, frente a él se encontraba un anciano encorvado, bajo y raído por el tiempo sentado en una silla alta semejante a un trono de la antigüedad, a su lado, más de una veintena de hombres alfa le acompañaban en un palco bajo. Los tres visitantes se arrodillaron en una sola pierna y esperaron que el anciano hablara, tal como les habían indicado que exigía el protocolo.

—Ahhhhhh, aquí tenemos al joven Lorcan Xerac, mmmmmm— dijo el anciano, con el tono pastoso y agotado que caracterizaba a las personas de su edad. —Pónganse de pie, rápido, sé que en Galem no hacen reverencias de ese tipo a su emperador— solicitó, haciendo rápidos movimientos con su mano para indicar que se levantaran del suelo.

—Agradecemos su disposición a recibirnos en su casa— dijo Lorcan cuando estuvo de pie. —Mi nombre es Lorcan Xerac, presidente de la Central de Telecomunicaciones de Galem. Me acompañan Kerxan Daluxen, gerente de expansión y Xenian Borix, nuestro estratega general de marca, ellos han representado a la compañía en todo el proceso de negociación inicial— informó, señalando con sus manos a cada uno mientras los presentaba.

—Me parece gracioso, mmmmm, que todos los galemos tengan una equis en sus nombres como si fueran hermanitos, ahhhh— dijo el emperador dejando salir una gran carcajada que acompañaron la mayoría de sus hombres. — ¿Por qué hacen eso? —

—Es algo cultural— contestó Lorcan sin añadir nada más, se acercó a la larga mesa de juntas que estaba frente al emperador y extendió sobre ella una gran cantidad de documentos. —Estamos aquí para cerrar un trato, así que hagamos negocios, caballeros— comentó, tomando asiento en la silla central.

Como Gerente de Expansión, a Kerxan le correspondía la tarea de hacer la presentación formal de los alcances del plan que tenían para el Imperio Oriente. Estuvo hablando por más de media hora acerca de procesadores, redes, automatización, inteligencia artificial, robótica y otros temas relevantes. Y mientras el alfa hablaba con energía y mostraba imágenes diversas en su proyector portátil, Lorcan percibía con claridad el aburrimiento del emperador, que yacía sentado de lado a punto de dormirse en su silla.

—Con esta tecnología, estimamos que en menos de dos años el Imperio Oriente competirá con Merím y Laok en sus niveles de crecimiento y desarrollo— concluyó Kerxan, con un gran entusiasmo y se alejó del centro del salón despacio para unirse a los demás. —Nos gustaría escuchar sus opiniones— dijo al final.

—Vienen aquí, mmmm, a pretender comprarme con sus artefactos y sistemas revolucionarios, ahhhh― dijo el emperador con un tono burlón, se irguió en su alta silla y miró a Lorcan directamente a los ojos, sin una pizca de temor en sus oscuros y hondos parpados de anciano. ―Pero no me has demostrado qué puedes ofrecerme tú como hombre, mmmmm― comentó, airado. ―Quisiera escuchar la historia de cómo un mocoso de 27 años, ahhhhh, pudo construir un imperio corporativo como el que presides―.

Y todo ardía en azul ❀ By LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora