Coqueteo
El frío de la noche se sentía cómo finos rasguños helados en su rostro, tan molesto, tan incómodo. Las brisas constantes le hicieron cerrar los ojos con fuerza, sus pestañas mojadas y el aliento vaporoso eran signos del malestar que le causaba el clima. Greg acomodó el cuello de su abrigo y tembló un poco antes de atravesar las puertas del bar, estando dentro suspiró con satisfacción cuando el calor regresó a su cuerpo poco a poco. Caminó lento y observó a las personas alrededor, bebiendo, pasando el rato entre triviales conversaciones. Sonrió un poco acercándose a la barra para empezar a pedir alcohol y mientras lo hacía un escalofrío provocó que los pequeños cabellos de su nuca se erizarán cómo un felino en estado de alerta, volteó la vista con discreción y miró algo que lo dejó sin habla.
Era Mycroft Holmes, el elegante hermano de Sherlock que intentó sobornarlo con una actitud severa e intimidante, lo odiaba tanto por eso, lo odiaba y no podía imaginarse que una persona podía ser tan despreciable y... Sexi, si, definitivamente era un tipo sexi, el tipo de hombres en el que Greg pone los ojos.
De pronto una ola de dudas recorrió la cabeza de Lestrade, preguntándose porque Mycroft estaba en un lugar de tan bajo presupuesto, al menos para el que es alguien de la alta sociedad. Mientras se debatía internamente este asunto, Holmes no había perdido el tiempo porque ya estaba ordenando un trago.
Greg pasó saliva con la vista sumamente perdida en la garganta del otro hombre y como está se miraba mientras tomaba, sintió su respiración entrecortada por un segundo y el ambiente del lugar dejó de ser relevante, se estaba desvanecido a sus espaldas y sus pensamientos poco decentes parecían materializarse en forma de fantasías eróticas.
Tal vez debió poner más atención a su alrededor o al menos voltear la cara en lugar de mirar fijamente a Mycroft, quien se dio cuenta de la admiración en ojos ajenos y sólo pudo dedicar una sonrisa confundida. Greg reaccionó al instante y se movió con rapidez para sentarse a un lado del pelirrojo.
—Mycroft, que sorpresa
—Buenas noches inspector, un placer encontrarlo nuevamente
—Oh no digas esa mierda, la última vez no fue nada agradable
—A Pesar de no compartir su léxico debo expresar mis disculpas por lo ocurrido en nuestra última reunión, no esperaba que se sintiera ofendido
—Trataste de sobornar a un policía, cualquiera se sentiría ofendido
—No exactamente, usted es... Diferente
—No estamos trabajando, puedes dejar de ser tan formal
—Es solo costumbre, mis disculpas
—Deja la costumbre de lado y dime Greg
—¿Gregory?
El hombre agachó la cabeza y rió con diversión -Si, también puedes llamarme así. Entonces ¿Qué hace alguien como tú en un lugar como este?
—¿Alguien como yo?
—Alguien elegante y guapo
Mycroft sintió su rostro arder, y eso lo avergonzó aún más, con su piel tan pálida seguramente el sonrojo era más que notable así que desvío la mirada -Es un buen bar
—¿He hecho sonrojar a Mycroft Holmes?
—No
La incomodidad que se insertó en la espina dorsal de Mycroft era extraña y la ansiedad social que por lo general mantenía al margen ahora estaba susurrando a su oído que todos lo miraban. Su respiración se aceleró así como el ritmo de su corazón, y la necesidad de escapar que su cerebro envió a todas sus extremidades se tornó insoportable. Se había quedado sin palabras porque la voz ronca de Greg le provocó extrañas sensaciones.
—¿Estás bien? pareces un poco nervioso
—Es difícil de... Explicar
—Estás a salvo conmigo
Con esa última frase las manos de Holmes se aferraron con firmeza al vaso de ginebra que anteriormente estaba disfrutando y lo apretaron tan fuerte que pudo escuchar un muy débil "crack", era como si todos sus sentidos se agudizaran en busca de la fuente de estrés.
—Me pones nervioso Gregory
—Eso sí es una sorpresa
—Y quiero besarte
Greg solo levantó una de sus cejas para mirar como el otro hombre soltaba el aire retenido y el rojo en sus mejillas se intensificó aún más, todo esto era tan... Provocativo.
—Vamos a mi departamento, puedes besarme todo lo que desees Mycroft -Susurrando eso último en el oído de Holmes se levantó para caminar hasta la salida esperando que lo siguiera
Mycroft pagó sacando la mitad de los billetes que tenía en su cartera, sin importar cuánto dinero estaba regalando en realidad y salió a paso rápido en busca de Lestrade, quien lo esperaba en medio de la calle fumando y dejando ir el humo junto al vapor de su aliento, esa imagen si que envió una descarga directa a su entrepierna.
—Podría mirarte toda la noche, aún si el maldito frío me hace enfermar
—No digas esas cosas
—Sherlock me dijo que no eres capaz de amar a nadie, que eras demasiado frío y que posiblemente intentarás jugar con mi mente
—Gregory yo...
—Juega conmigo Mycroft, con mi mente y mi cuerpo
—Oh