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Al aire libre

El sol comienza a bajar, un brillante y extraño atardecer se hace presente sobre la fría Inglaterra; las enorme nubes no cubren la luz y los tonos anaranjados vibran con belleza, pero nada de esto importa realmente para Mycroft quién con desesperación mueve la pierna de abajo hacia arriba rápidamente, está tan estresado que se muerde le labio inferior, incluso lastimándose en el acto, van a llegar tarde.

La madre de Mycroft los ha invitado a pasar un fin de semana en una hermosa casa de campo, quiere conocer al famoso novio de su hijo, el cual Sherlock no deja de mencionar en un intento de avergonzar a su hermano mayor. Sin embargo la noche anterior de su viaje Mycroft llegó más que exhausto a casa, arrastrando los pies y cerrando los ojos antes de llegar a la cama, es por ello que manejar al siguiente día no era una opción demasiado segura. Aún así Mycroft insistió constantemente indicando que era él quien conocía el camino y quién podría orientarse mejor, pero Greg lo detuvo, según sus palabras tenían un mapa y dos teléfonos que debían ser cargados al 100%, no habría problema si el conductor está vez era él y Mycroft dormía cómodamente en el asiento del copiloto para recuperar energía antes de tener que enfrentarse a su madre. Holmes accedió después de algunos besos y abrazos.

Ahora estaban en medio de la nada, perdidos, sus teléfonos no tenían señal, ningún otro auto estaba a su alrededor y no parecía haber nada más que llanos y árboles por kilómetros. Mycroft estaba furioso, imagina despertar de un placentero sueño y descubrir que tú pareja no ha sabido leer un mapa y los ha perdido. Cruza los brazos y lanza comentarios mordaces cada cierto tiempo, con esa energía desagradable y sarcástica.

—Debiste dejarme conducir

—Prefiero estar perdido que accidentado porque te quedaste dormido al volante

Mycroft resopló molesto y miró por la ventana, intentando identificar el lugar o divisar alguna señal que los ubicara, pero no había nada, luego reviso su teléfono, sin señal todavía. Media hora más tarde Greg golpeó el volante enojado y se estacionó a un lado de la carretera, la gasolina se estaba acabando con excepción del tanque de reserva, si vagaban un poco más de quedarían varados en quien sabe dónde, esto solo avivó el mal humor de Mycroft.

—Se supone que llenarías el tanque antes de salir Gregory

—Disculpame, pensaba que encontraría gasolinerías en el camino

—Una disculpa no me saca de este lugar ni me lleva a casa con mis padres

Greg suspiró cansado —Escucha, se que fue mi error, debí ser más precavido y menos confiado, pero no puedes tratarme así todo el tiempo, regañarme tampoco arregla las cosas

El pelirrojo miró por la ventana antes sde abrir la puerta y salir del auto sin pensarlo demasiado, se acercó a la vegetación y se quedó mirando los enormes árboles. Greg maldijo en voz alta y salió también.

—¡Mycroft! Se que estás molesto pero vuelve al carro, no conoces nada aquí

—Queria un poco de aire, no me voy a escapar como un niño

Después de decir eso solos ojos perspicaces de Mycroft captaron un destello del fondo del bosque, la curiosidad empezó a picar dentro de él así que bajo la pequeña pendiente frente a él para acercarse más.

—¡Gregory ven!

—Mycroft no, no sabes que hay ahí

Pero el hombre no hizo caso, solo camino esquivando piedras y ramas haya qué después de atravesar una cortina de maleza se encontró con un arroyo, el agua cristalina corría entre las rocas como pequeñas cascadas y la vegetación era abundante en cuanto musgos y flores, algunas aves que volaban cerca se posaban solo para tomar agua o bañarse en los charcos estancados de la orilla, fue algo muy bello, aún más con la puesta de sol iluminando el pequeño pero hermoso espacio. El sonido del agua calmó el enfado de Mycroft y sintió que de alguna forma estar perdido le había permitido encontrarse con un lugar así, algo que solo ves en la televisión y revistas estando en Londres.

Smuttober (Mystrade) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora