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Beso Francés

Greg quiere formar parte de la vida de Mycroft desde la primera vez en que lo vió, quiere tomar esas manos que se ven tan suaves y ponerlas contra sus labios, quiere recorrer todo su cuerpo con traje y sin traje, quiere arremolinar su cabello pelirrojo y jugar con el rizo que a veces se forma en la frente de Holmes, quiere mirarlo a los ojos y observar un mar de sentimientos que solo él sepa provocar, quiere besar, tocar y amar a una persona a la que no está seguro de siquiera poder acercarse.

Mycroft quiere ser parte de la vida de Greg desde la primera vez en que lo vió, quiere comprarle el almuerzo y llevarlo a su oficina cuando el trabajo no lo deje moverse, quiere enviarle sus flores y chocolates favoritos, quiere abrazarlo después un extenuante viaje a otro país, quiere con quién mirar una película el viernes por la tarde, pero todavía no está seguro de si debe llamarlo Greg o Lestrade está bien.

Ambos sueltan suspiros de amor pero ambos también son demasiado tímidos para dar un primer paso así que sufren en silencio.

El destino a veces es cruel, cruel en el sentido en el que tal vez deben pasar por tanto para culminar en un perdón, en un adelante, en una afirmación.

Cuando Sherlock le pide a Greg cuidar de Mycroft en Sherrinford, algo en él se enciende con luz sombría por lo ocurrido, y con el corazón en la mano es capaz de tocar el hombro de Mycroft sin miedo a que esté lo aparte, apenas da ese toque el mayor de los Holmes se derrite, es como si toda la tensión saliera de su cuerpo y dejará que la relajación ablandara sus músculos. A Greg se le hace un nudo en la garganta, Mycroft es como un pequeño cachorro asustado que está esperando el mínimo roce suave y amable de alguien para tranquilidad de su mente, debe ser una agonía vivir así.

Greg observa a Mycroft y su rostro descompuesto por la conmoción, por el miedo, de nuevo la sensación es dolorosa.

—Mycroft, todo va a estar bien

Pero Mycroft todavía no lo mira, sus ojos parecen perdidos en algún lugar tan lejano, porque han perdido el brillo que alguna vez tuvieron, han dejado de ser azules y ahora son grises, grises cómo las nubes de tormenta y a pesar de todo siguen siendo hermosos.

Greg pasa meses ayudando a Mycroft, visitándolo para confirmar que su recuperación tanto física como mental tiene progreso, también funge de amigo y lo escucha hablar con un timidez jovial sobre música, arte e historia cuando Holmes está de humor para contarle. Lestrade piensa que es adorable como poco a poco el color en sus mejillas vuelve con cada día que pasa.

Tarda un poco pero el momento llega, Mycroft besa a Greg en los labios con una necesidad impresionante, es como si toda la vida hubiera deseado aquello, es el premio de ambos por haber soportado tanto. Sus labios se tocan y se mueven arriba y abajo, sus bocas abiertas dejan pasar sus lenguas tan despacio y de pronto están fundidos entre la pasión de un beso realmente sexi, el salón está vacío pero sus ruido hacen eco entre las paredes y cada vez todo da una vista más y más desesperada. Ellos siguen besándose, siguen explorando la boca del otro y aprendiendo sobre las nuevas emociones. Están respirando por la nariz como pueden y dejando pasar el aire ligeramente para no ahogarse, ambos son uno ahora.

Greg siente su  erección chocar con la de Mycroft y sabe que todo esté tiempo se ha enamorado de un hombre que nunca pensó tener, un hombre que pasó por un infierno antes de vencer su timidez y demostrarle afecto. Un hombre roto que estaba buscando reparo en las manos de la persona más apta.

Smuttober (Mystrade) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora