Sexo con ropa
Con un suave toque Greg llama a la puerta de la oficina de Mycroft y cuando este le permite la entrada pasa con una bolsa de comida caliente que él mismo ha preparado para su marido. Con pasos cortos avanza hasta Mycroft, planta un beso dulce en su frente y deja delante suyo los toppers que lleva consigo.
—Hola Myc, espero no haber llegado tarde
—Para nada querido ¿Cómo ha estado tu día?
—Bastante agradable, pero un poco aburrido, no soy fan de las licencias por salud
—Bueno, me alegra que tu brazo esté sanando, la fisioterapia te hizo bien
—Si, la movilidad ha regresado casi por completo. Había olvidado el horror de un brazo roto —Habla recordando la pelea que tuvo con un criminal en la que terminó con un moretón en el ojo y un brazo roto
—La próxima vez ten más cuidado
—Me has dicho eso un millón de veces
—Es para que no lo olvides. Aunque, está situación ha resultado bastante beneficiosa para mí, debo aceptar. Tenerte aquí todas las tardes con tu deliciosa comida se ha convertido en uno de mis momentos favoritos del día
—Disfruta mientras puedas porque cuando vuelva a la Yard tendrás que usar los microondas de los que te quejas siempre
Ambos ríen y comparten la comida como un par de personas enamoradas mientras charlan sobre las cosas más triviales y domésticas que puede haber.
Se casaron hace cinco años, fue una boda en invierno, bastante hermosa pero muy pequeña, hubo un total de nueve invitados, entre ellos los padres de Mycroft, los de Greg, Sherlock, John, Anthea, Sally y la hermana de Greg, solo las personas con quiénes creen que compartirán su vida de casados y no es que alguno de ellos esté avergonzado por su matrimonio, de hecho no pueden estar más orgullosos de levantarse todos los días y ver a la persona que aman a su lado, es solo que a veces ser discreto evita preguntas molestas y personas entrometidas, ahora a punto de cumplir seis años de estar casados los dos están todavía destilando amor como la primera vez que se besaron, son una pareja unida y realmente encantadora.
El teléfono suena Mycroft revisa el número solo para comprobar que es Anthea, se desespera un poco pensando que hay alguna emergencia internacional porque por lo general nadie lo molesta en su hora de almuerzo, pero lo que le dice es un poco más fastidiante.
—Ha llegado un regalo para usted señor, ha sido revisado con todos los protocolos de seguridad ¿Gusta que lo lleve a su oficina?
—¿Qué es esta vez?
—Un ramo de girasoles
Mycroft maldijo internamente, últimamente los presentes se hacen más constantes y más caros, desearía poder decir que no le importa, pero no puede seguir ignorando el hecho de que su admirador se está poniendo más creativo, solo espera que un día no llegue ningún maldito auto a su domicilio.
—No, puedes tirarlos o quedártelos
—Como usted diga señor
—¿Quién era Myc? ¿Tienes que trabajar ahora?
—Nada urgente cariño, solo otro... regalo
—¿Otro? Es la segunda vez esta semana ¿Qué es ahora?
—Flores
—Ese tipo está cruzando límite
—Entiendo tu frustración y si te hace sentir mejor puedo afirmar que nunca he aceptado nada de él