Sexo por la mañana
Mycroft es muy activo durante las mañanas, en todo sentido y a veces Greg piensa que no es normal que una persona despierte tan temprano con un buen humor y con tanta energía como para arremolinar toda la habitación en busca de el mejor color de corbata.
Sin embargo hay días especiales, Greg no está en posición de quejarse si alguien se lo preguntará, solo puede suspirar y dejar que su cuerpo cansado complazca a su querido esposo.
Es otoño, la época favorita de Mycroft, todo es bellos tonos naranjas y cafés, las hojas de los árboles llueven y aunque ensucian su amado jardín está dispuesto a dejarlo pasar, la brisa es fría pero fresca y los atardeceres son lo más bonito que puede apreciar desde su balcón mientras Greg lo besa con cariño.
Es en otoño que Mycroft suele despertarse únicamente para pedir tímidamente una cosa, sexo. Realmente no sabe ni entiende porque, pero ama que los rayos del sol se filtren por su ventana y bañen su espalda mientras monta a Lestrade con descaro y deseo, específicamente en esa posición ya que todo suele ser más placentero y aunque no lo admita adora tener el control de vez en cuando con su querido Gregory.
A veces Greg está adormilado y cansado así que Mycroft no insite demasiado por más que lo desee, solo toma un baño antes de besar la frente de su amado y marcharse al trabajo o volver a la cama y abrazarlo por la espalda hasta que despierte.
Esa mañana es particular porque la brisa de otoño se cuela en su habitación, Mycroft se levanta de la cama poniéndose una bata de seda rojo brillante y abre ligeramente las cortinas dejando que la luz lo deslumbre un poco, sus ojos se entrecierran y las ganas de estornudar por la luz que choca directamente con sus pupilas es mayor, así que lo hace y con ese estornudo despierta a Greg quien lo mira desorientado desde la cama pero de inmediato se recompone y le da a su pareja una sonrisa adormilada mientras se talla los ojos con el puño derecho.
—Lamento haberte despertado Greg
—No te preocupes amor estoy bien, es adorable que siempre estornudes con la luz solar
—¿Te parece divertido? —Pregunta Mycroft en todo de broma mientras da pasos lentos hasta estar parado frente a Greg quien coloca sus grandes manos sobre la cintura de Holmes
—Me parece tierno —Menciona antes de recarga su cabeza entre el pecho y el vientre de su esposo
—Ok, tal vez te perdone
—No te enojarías conmigo, yo lo sé
—Eres perverso, conoces mis debilidades cariño
—¿Tu debilidad soy yo?
—Tal vez
—¿Tal vez?
—Creo que tus ojos toman la delantera
—¿Mis ojos? Son color café, demasiado ordinarios ¿Qué me dices de los tuyos? Son azules
—No, no, no Greg, estoy hablando específicamente de tus ojos, tan bellos. No me importa que color o forma tengan son hermosos
—Aw eres demasiado dulce
—¿Si?
—Por supuesto amor
Mycroft sonríe mostrando los dientes superiores, las comisuras de sus ojos se arrugan dejando ver su expresión de felicidad, así que en un abrir y cerrar de ojos sube a la cama para sentarse sobre Greg, colocando sus piernas a los costados del otro hombre, luego se inclina para dejar un beso en su nariz.
—Amaneciste de buen humor Myc
—Siempre que estas tu amanezco de buen humor
—Sabes a qué me refiero