PEQUEÑO ROEDOR

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-Te di casi medio día. Y no escribiste lo que te ordene. ¿Recuerdas lo que dije que haría sino accedías a mi pedido? Tomo de la barbilla a la mujer y la obligo a mirarlo, ella apenas abría un ojo, el otro lo tenía completamente cerrado a causa de la hinchazón. La celda comenzaba a oler mal y se sentía demasiado fría –Tan hermosa, aun así, con el rostro surcado de golpes, tan hermosa. Siempre supe que serias mía, tarde o temprano iba a suceder. Tendremos hijos de sangre pura. ¡Poderosos lobos Alfas, todos ellos! ¿Te los imaginas?

-¿Qué pensara tu esposa de todo esto Jor El?. ¿Hijos? jajajajajajaj, ¿tú crees que albergaría una semilla tuya en mi cuerpo? ¡Prefiero la muerte!!!!!.

-No, mi adorada mascota, no tendrás tanta suerte. Soy un hombre compasivo. ¡Jor El, el compasivo! Tiro una nota al suelo. Cerca del cuerpo de la mujer. –Al anochecer vendré y por su bien. Señalo el papel. - Espero que hayas escrito lo que te pedí. No quiero seguir estropeando, el bello rostro de la madre de nuestro futuro hijo. Aprenderás a respetarme, aprenderás que soy tu amo. La próxima vez que te visite, te traeré agua para que puedas higienizarte, comienzas a apestar, igual que este maldito lugar. La tomo de sus sucias ropas y la arrojo contra la pared, haciéndola perder el conocimiento.

Jor El sonreía, mientras lavaba su cuerpo y se vestía antes de salir del lugar donde estaba la cautiva, no podía arriesgarse, a que alguien reconociera el olor de la mujer. No podía cometer errores, no ahora.

El cuervo acompaño a Kara todo el camino de regreso. Incluso llego a comer de su mano. Sus plumas renegridas y brillantes, su tamaño superaba a los cuervos que todos conocían. Su abuela cuando era pequeña, le contaba historias de almas que regresaban como animales, esperando justicia o resolver algo de su antigua vida.

-Tendré que ponerte un nombre. Le hablo Kara al cuervo. El cual grazno, como aprobando la idea. ¿Qué te parece Us (muchacho)?. Es un buen nombre. El cuervo volvió a graznar. –Buena elección Us.

Samanta cabalgaba al lado de Lena, comentando lo acontecido en batalla, y sobre todo lo que vio de la guerrera llamada Moro rigani-s, su forma de lucha, impresiono a los guerreros. Lena sabía que su rubia esposa estaría preocupada por el estado de salud de su hermana. Asombro y orgullo es lo que sentía por su cachorro. La Reina de las Pesadillas, bien ganado su nuevo nombre. Quienes hayan sobrevivido a la batalla, en sus pesadillas verán a la guerrera rubia, llegar para tomar su vida.

Cuando llegaron a Eire fueron recibidos con vítores desde los muros, hombres mujeres y niños, festejaban el triunfo.

Inmediatamente, se dirigió al ala médica, dentro del castillo para ver el estado tanto de Alex como el de Diana. Seguida de Samanta, quien le pisaba los talones.

-Es solo superficial Lena. Nada de qué preocuparse, es solo un corte. Mostraba Alex a su cuñada. Pero Lena pudo ver dolor en su mirada y preocupación en los ojos de Faora. Ellan Vannin no podía perder a su ahora Princesa heredera. La herida era en su costado. Solo necesitaba cuidado y descanso, para que la curación pudiera llevarse a cabo sin problemas. Maldito cristal de luna.

-Descansa Alexandra. Te hará bien, buena pelea. Le sonrió Lena. La Princesa Diana, tenía un feo corte en su pierna. El cual estaban suturando. Y Samanta estaba atenta a ella. Había notado el interés de Samanta por la Princesa Diana.

Por la tarde Lena se dirigió al campamento Celta. Quiso llevar un presente en persona, para celebrar la victoria, una mera excusa para ver a su esposa e informarle de la salud de Alex. Por el camino vio la carreta con huérfanos de los poblados vecinos, que eran traídos para ser cuidados apropiadamente. Lamentablemente, ya había una veintena de ellos, instalados en uno de los cuarteles, que vagaban por los alrededores. Cuando toda esta locura acabara tendría que ocuparse de ellos, y darles un mejor cuidado.

EL NOMBRE DE LA LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora