LIONEL DE EIRE

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Sentado en el gran salón Lionel, observaba el rostro de los allí reunidos. Consejeros, jefes de familias importantes. Guerreros en los que confiaba, que lo acompañaron a batallas en innumerables oportunidades. Su hijo y heredero Alexander y ella, su hija Lena. Ambos se llevaban ocho meses de diferencia.

Lena le recordaba a su primer esposa Saoirse, mujer con la que fue obligado a casarse por imposición de su padre, una conveniencia política, mujer intelectual, amante de las artes, ciencias y la política. Su recuerdo casi lo hizo escupir, cumplió su propósito y por suerte murió cuando Lena tenía cuatro años, en la lucha conocida como la guerra del rio rojo. Meses después su padre, y cabeza del clan, murió a manos de lobos.

De esta forma pudo contraer nupcias con la madre de Alexander. Quien fuera su primer amor quien le había dado un hijo bastardo, ocho meses antes del nacimiento de Lena.

A pesar de aborrecer a su madre, sentía cierto cariño por Lena. Si lo definió bien, cierto cariño. Ahora Lena era su sombra al igual que su madre, opacando la brillantez de su hijo, en ocasiones opacándolo incluso a él.

- Mi señora cuál es su opinión? Pregunto Fergal, guerrero respetado y consejero.

Allí vamos de nuevo pensó Lionel. Le fastidiaba ver el respeto que sentían por ella, hasta el extremo de llamarla la señora de Eire.

Como si su opinión importara. Después de todo el líder era él y se iba hacer lo que el ordenara.

- Desde mi punto de vista, no debemos hacer nada, el murmullo se hizo general, lo que la hizo tener que elevar la voz – Son más, nosotros estamos ocupados con nuestras guerras tribales, cada vez nos cuesta más conseguir alimento. Debemos unirnos, prepararnos, dejar que piensen que estamos acabados y luego atacar.

Algunos asentían con la cabeza otros enfurecieron. ¿Ellos retroceder, ocultarse?

Lena dirigió su mirada hacia su padre. Lo respetaba, lo creía un hombre inteligente. Amor de padre lo sintió de su abuelo. La única familia que tenía en ese lugar era su hermano Alexander y su prima Samantha.

Su padre y su esposa Lilian a ellos no los consideraba familia. Él siempre la ignoro, si pudiera negarla lo haría, tal como lo hizo con Alexander durante años. Y su esposa, demasiado ocupada jugando a ser la Reina del Castillo, como para ser madre para ella, incluso para su propio hijo.

- Mi hermana tiene razón. Se escuchó la voz de Alexander. - estamos preocupados en luchar entre nosotros, con los lobos y ahora este enemigo poderoso que se suma, aliándose con nuestros enemigos y sumando a todo aquello que se pueda comprar. Como estamos señores, somos vulnerables sentencio.

Alexander, fiel hermano, orgulloso de su hermana, la amaba como lo más preciado en su vida. Desde que supo que tenía una hermana la amo, la protegió. Su hermana era todo lo que él no era. Feroz guerrera. No había nadie como ella con una espada en mano. Poseedora de una belleza casi irreal. En cambio, el solo era un guerrero promedio, sucesor del clan por imposición de su padre. Si el clan tuviera que elegir, sabía que su hermana seria la próxima líder. Como burdos primitivos respetaban la fuerza en vez de la inteligencia.

¿Le importaba eso?, no, para nada. Si llegara a suceder el haría lo necesario como siempre lo hizo para conseguir lo que desea. Pero su hermanita lo ama. Esa es la debilidad de Lena, su hermanita así la llamaba. Él era mayor por ocho meses, el bastardo de su padre. Del cobarde que no pudo imponerse a su padre y se casó con la madre de Lena por conveniencia.

No podía borrar de sus recuerdos la forma en que lo humillaban cuando decía ser el hijo del líder.

- Señores. Señores ¡¡ Silencio, hay mucho por discutir! Sentencio el líder.

Transcurrió casi un día entero. Cada uno creía tener la más brillante solución. El papel más destacado en todo esto.

En conclusión, las horas y el día transcurrió sin que pudieran ponerse de acuerdo. Dejando la decisión al líder, quien debía tomar una decisión basada en todo lo que había escuchado.

- Señores la palabra de todos será tenida en cuenta. Mi decisión será tomada y expresada ante ustedes a su debido tiempo. Acto seguido el líder se paro y retiro del gran salón.

EL NOMBRE DE LA LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora