Secretos y Mentiras -Nada será igual- [COMPLETA] ✓

CAPÍTULO 37

En alguna parte lejos de Maple Valley

—En verdad sigo sin poder creer que ya se les escapó dos veces —comentó Howel mientras caminaba alrededor de sus hombres, quienes estaban cabizbajos—. Para ti fueron tres veces —aclaró señalando a Martínez con su dedo índice—. Tiene diecisiete años, ¡carajo! Es más pequeña que sus hijos, malditos inútiles.

—Es que no está sola, señor —comentó uno de los hombres—. Nunca está sola. Siempre hay alguien acompañándola.

Howel se acercó a aquel hombre que mencionaba aquello. Pareció que su hombre estaba dando excusas, y tal vez era así.

—Si encuentras un nido de cucarachas... ¿qué haces con ellas? —Preguntó Howel, curioso— Las exterminas a todas, ¿no es así? —El hombre asintió— ¿Entonces? No entiendo por qué no pueden matarlos a todos de una buena vez, carajo.

—Le prometemos matar a esa mujer en cuanto la volvamos a encontrar —agregó Martínez con su áspera voz y mirando directamente a su jefe. Al segundo de lo antes dicho Hannah cerró sus ojos dando a entender que Martínez, al haber dicho eso, había colmado la poca paciencia que Howel poseía—. Lo juro por mi vida.

—¿Tú crees que este negocio se basa a través de promesas? —Cuestionó Howel acercándose al robusto hombre. Hannah comenzó a temer por la salud de su padre en cuanto se exaltó— ¡¿Piensas que de eso se trata?! —Sacó un arma de la parte trasera de su pantalón y apuntaba directamente a la sien de Martínez. El hombre se mostraba valiente aunque en el fondo estuviera falleciendo de temor— No me jures ni me prometas nada, Martínez. Tus estúpidas promesas no valen nada, si esa niña sigue viva, ¿entendiste?

Apretó el arma contra la sien de Martínez. Todos temían que se le saldría un tiro, incluso su hija. Hannah intentó hablar para que su padre se calmase, pero una mano sobre su hombro la detuvo por completo. Al ver de quién se trataba su alma regreso a su cuerpo. Sabía que con él ahí, Howel se calmaría.

—No hace falta que mates a Martínez, Howel —habló después de quitar su mano del hombro de Hannah—. No tiene la culpa de que Harper sea tan escurridiza.

Howel lo miró y después retiró el arma de la sien de Martínez. Ahora el hombre se había calmado un poco y Martínez estaba relajado al ver que no había muerto.

—Dime que tienes noticias buenas, avecita mía —Howel se acercó para rodear por los hombros al hombre y guiarlo directo a su oficina.

Al llegar, el hombre cerró la puerta detrás de él y le pidió a su ave mensajera que tomara asiento.

—¿Y bien?

—Me deshice del anónimo, como pediste —Howel rio victorioso.

—¿Cómo vas con la operación? ¿Dónde está la niña?

—Temo decirte que estoy de acuerdo con Martínez y sus hombres —A Howel se le borró la amplia sonrisa—. Siempre está rodeada. Hay muchos involucrados en el caso —Explicaba con seriedad—. Tiene a un chico que la apoya más que los demás, sin mencionar que sus amigos también le ayudan. Me temo que será difícil encontrarla sola alguna vez, al menos en las afueras.

—¿Y qué hay de su hogar? —Preguntó Howel, desesperado— ¿Ya sabes dónde vive? —No hubo respuesta. Howel se frotó la frente debido al estrés acumulado que sentía— No me importa cómo tengas que matarla, solo hazlo. Si quieres hacer tus juegos retorcidos con ella, adelante. Lo único que quiero es que la envíes con su hermanito, ¿de acuerdo?

Su ave mensajera afirmó asintiendo con la cabeza.

—Ya conozco su punto débil.

Posteriormente, Howel le pidió marcharse del lugar. El adulto se quedó solo en su oficina en medio de las penumbras y con bastante silencio, se sirvió una copa del vino más fino que guardaba en sus cajones para después beber una infinidad de copas que lo hacían olvidarse de absolutamente todos los problemas que le había causado Luke y que ahora le causa Harper. Sin duda Howel ansiaba por ver muerta a la muchacha.