CAPITULO 4

2.7K 375 23
                                    

Volvió a casa. Su madre decidió que había tenido suficientes aventuras por hoy, además de que rezaba para que aquel balonazo devolviera a la normalidad a su hijo.

De regreso en su habitación, Aemond se dejó caer otra vez en su cama. Todo era tan frustrante y empezaba a odiar otra vez a Lucerys. ¿Siempre le intentaría dejar ciego? ¿era alguna forma de reírse de él? Cerró el ojo con la intención de volver a dormir y despertar en otro lado, lejos de ese mundo tan loco.

Despertó encontrándose a un Lucerys leyendo en una silla. Antes de decir algo se dispuso a observarlo. Su pelo recogido en una pequeña coleta, apartando los mechones rebeldes de su rostro. Pudo ver algunas pecas y sus labios hacían un puchero debido a la concentración. Miles de cosquilleos despertaron en su estómago. Debía admitirlo, el bastado había crecido bien, eso era algo que ni el propio Aemond podía negar, pero no dejaba de ser su sobrino, aquel que le quitó su ojo dos veces.

- Hola - una sonrisa volvió a instalarse en la cara del pequeño. Aemond no sabía si era bueno que Helaena le haya dejado a solas con él.

- Hola - susurró.

- ¿Te encuentras mejor? - dejó el libro en la mesa y se sentó a su lado mientras examinaba de cerca el moretón que ocupaba gran parte de su cara.

- Supongo - intentó alejarse.

Mantén tu cuerpo lejos del mío, bastardo.

- ¿Qué haces en mi habitación? - soltó un tanto brusco.

- Vine a ver como estabas, tu madre me invitó a merendar y acepté, pensé que te gustaría que estuviéramos juntos - notó como su voz iba decayendo conforme terminaba de hablar.

- ¿Madre te invitó?

Si bien en este mundo todos parecía haber dejado atrás sus diferencias, a él aún le costaba procesar todo lo que estaba ocurriendo. Su madre nunca soportó a los bastardos Strong, y que ahora uno de ellos le dijera que Alicent le invitó a su casa, pues era algo que descolocaba a cualquiera.

No contó con la acción repentina que hizo Luke. Aprovechando que Aemond estaba en su mundo, Lucerys se tumbó en el pecho de su novio. Notó que el cuerpo contrario se tensaba y de un empujón fue apartado. Aemond se levantó de golpe y empezó a dar vueltas mientras susurraba cosas que el pequeño Velaryon no alcanzaba a entender. Sin esperarlo, vio cómo se acercaba a él y lo cogía del cuello de la camisa, levantándolo un poco del suelo.

- ¿A qué estas jugando, taoba? - su voz hizo temblar a Luke, quien intentaba zafarse del agarre del mayor.

- No sé qué te está pasando hoy Aemond, pero suéltame - suplicó mientras forcejeaba.

Aemond seguía ejerciendo fuerza, sus nudillos volviéndose blancos. Como hubiera deseado que aquel momento sucediera antes, poder acabar con el chico con sus propias manos. Verlo morir en aquella tormenta no fue suficiente, él quería más. Talvez sus dos ojos o su cabeza.

- Por favor Aemond - los sollozos de Luke llegaron a sus oídos.

Entonces recodó que no estaba en Westeros, que aquello que estaba pensando no podía hacerlo aquí, porque a saber qué pasaría si llegara a acabar con la vida del bastardo. Respirando hondo y lo dejó libre.

- No quiero que vuelvas aquí - fue lo primero que dijo - tampoco quiero que te acerques a mí, si llegas si quiera a mirarme no seré tan generoso como ahora - Lucerys no podía controlar su llanto - y ahora ¡lárgate! - señaló la puerta.

Lucerys obedeció y salió de la habitación. Helaena que acaba de llegar, al verlo llorar, intentó que se quedara, pero éste la esquivó.

{••••••}

Tormenta. Su ropa estaba pegada a su cuerpo y empezaba a pesar. Intentó mirar a su al rededor, pero la oscuridad era su única compañera. Un rugido lo hizo mirar abajo.

- lykiri Arrax - salió de su boca.

Llegó a un claro en el cielo. Podía vez la tormenta debajo suya. Miró a todos lados asustado. Giró su cabeza y lo único que vio fue un dragón aún más grande abrir su boca.

Despertó de golpe. Su respiración era agitada. Otra vez el mismo sueño. La tormenta que se desataba fuera de su casa le asustó. En un acto reflejo cogió el móvil dispuesto a mandarle un mensaje a Aemond, pero todo murió en cuanto recordó lo que pasó esa tarde. Suspiró con pesadez y volvió a tumbarse en la extensa cama. La primera vez que tuvo esa pesadilla, el mayor lo consoló y le abrazó el resto de la noche.

- Descansa mi amor. - susurró. Lo rodeó con sus brazos y le dio un beso en la cabeza.

Lucerys sintió como las lágrimas se iban acumulando. Con una mano logró callar el sollozo que se escapó de sus labios. ¿Cómo las cosas habían llegado a cambiar tan rápido?

La puerta se abrió. Dejando ver un niño de pelo rizado asomarse.

- Luke, ¿estás bien? - Joffrey miró como su hermano asentía con la cabeza. - Hay tormenta y sé que te da miedo. Aemond me dijo que debía protegerte cada vez que hubiera una y él no estuviera contigo - fue acercándose a la cama.

Lucerys intentó limpiarse las lágrimas, no quería preocuparlo. Pero era imposible que dejara de llorar con lo que acababa de decir su hermano pequeño.

- No llores - este se subió junto con su peluche de dragón - ya estoy aquí. Tyraxes y yo te cuidaremos toda la noche.

Lucerys rio y abrazó a su hermano, quien gustosamente aceptó el gesto.

- Gracias Joffrey - dijo antes de volver a dormir.

Las cosas se tensan. Ya me estoy imaginando a Helaena cuando se entere.

Un dato interesante es que la parte donde Lucerys tiene la pesadilla con su muerte, fue una de las primeras cosas que escribí en mis notas del móvil, está tal cual lo escribí.

Y como siempre, muchas gracias por todo el apoyo que está recibiendo la historia.


Almas Encontradas [Aemond Targaryen x Lucerys Velaryon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora