Almas Encontradas [Aemond Targaryen x Lucerys Velaryon]

ESPECIAL FAMILIA VELARYON

Rhaenyra Arryn se casó muy joven. Creía estar enamorada de Harwin, su novio de toda la vida, quien le pidió matrimonio una vez se graduaron del instituto, a los 18 años. Era tanto el amor que sentía, que no dudo ni un segundo en aceptar, pasando totalmente de la desaprobación de su familia.

Durante los primeros meses de casados, compraron una caravana y vivieron viajando de un lugar a otro. Felices, pensaban que esa vida era la que tanto buscaban, hasta que Rhaenyra quedó embarazada de Jacaerys.

Al principio fue una gran noticia y no fue hasta el día del parto que dejaron de viajar. Jacaerys nació un verano caluroso, en una pequeña ciudad de Roma. Sin pensar mucho en lo que conlleva el cuidado de un bebé, siguieron su ruta por Europa, pero Rhaenyra no podía con todo.

Su mente empezó a jugarle malas pasadas. Se sentía insuficiente, no podía hacer que el niño dejara de llorar, todo estaba mal con ella. Nadie nunca le dijo que ser madre fuese tan duro. Harwin tuvo que buscar un lugar donde quedarse hasta que su esposa estuviera bien.

Jacaerys creció los dos primeros años en Noruega. Un lugar con bajas temperaturas y frío, pero fue allí donde Rhaenyra pudo recuperarse de su depresión posparto. Quería quedarse más tiempo en aquel país, dejar que su hijo fuese lo suficiente mayor para aguantar horas en coche. Pero Harwin se negaba, argumentando que el niño estaba más que preparado.

Aquella fue su primera discusión. La cual duró bastantes meses, hasta que Harwin prometió hacer un último viaje y volver a casa. Rhaenyra aceptó, empacando todo para irse. Su último destino sería Francia, concretamente Paris. Allí disfrutaron como una verdadera familia, Jace era el bebé más afortunado del mundo y Rhaenyra agradeció haberle hecho caso a su marido.

Volvieron a casa. Todo el mundo les recibió con los brazos abiertos. Lograron comprarse una casa, en una pequeña urbanización, lejos del centro de la ciudad. Allí conocieron a los Targaryen. Tanto Jace como Aegon se hicieron inseparables, y lo mismo pasó con Rhaenyra y Alicent.

Meses después se enteró que estaba embarazada de nuevo. Su pánico fue latente, pensó en abortar, no estaba segura de poder aguantar otros meses de depresión. Harwin se enfadó de sobremanera con ella.

- No pienses en ti, piensa en él, en nosotros

Aquellas palabras le sonaron más a, si lo abortas pediré el divorcio. Pasaron los nueve meses sin ningún inconveniente, el día del parto estaba teniendo complicaciones, sentía que moriría, pero afortunadamente todo salió bien. Harwin se quedó a su lado, pero antes de que Lucerys naciera se fue, ni siquiera quiso verlo una vez volvió a casa, porque sí, Harwin no apareció ninguno de los dos días que estuvo en el hospital luego de dar a luz. Afortunadamente la depresión no apareció, pudiendo cuidar sin ningún problema del bebé.

Aun así, Luke fue amado por todos, incluso por su hermano mayor, quien no dejaba que ningún extraño se acercara a él. Igual pasaba con Helaena, quien le escogió especial cariño, siempre necesitaba saber dónde estaba y con quién. Pudo notar cierto pánico en su mirada cuando su hermano Aemond se acerca a Luke con intenciones de jugar.

Su matrimonio fue de mal en peor. Harwin se desatendía de sus hijos. Apenas se le veía por casa y cuando volvía era solo para tener algo de sexo en la noche y luego desaparecía de nuevo. Aquello le partía el alma a Rhaenyra ¿qué había hecho mal?

Un tercer embarazo era lo que menos quería. No quería traer un niño a una familia tan desestructurada. Lo único que pudo hacer fue rezar, para que todo se solucionará y Harwin volviera a ser el mismo de siempre, pero no fue así. Una noche de invierno, volvió de algún lugar y quiso hablar con ella.

- Se qué no he sido ni buen marido, mucho menos he sido un ejemplo para nuestros hijos - su voz sonaba apagada - Lo siento.

- Tranquilo - Rhaenyra cogió su mano y la acarició - sé que todo llegó tan repentino, apenas tenemos 32 años. Pero conseguiremos salir de este bache.

- No, no lo entiendes - lágrimas salían de los ojos de Harwin - hay otra mujer.

Rhaenyra sentía que todo se venía abajo. ¿Cómo que otra mujer? ¿Todo este tiempo había dejado a su familia de lado, por una mujer?

- No me atreví a hacer algo que perjudique a nuestra familia, por eso le pedí que me dejara pedirte el divorcio antes de llegar a más.

- Que considerado de tu parte - sentía como el enfado le invadía el cuerpo - ¿Debo darte las gracias por respetar nuestro matrimonio? Harwin he estado todo el tiempo pensando que la culpable era yo. Llegué a odiar a Jace porque vi como tú nos rechazabas. Luke ni siquiera te conoce, piensa que eres un extraño que pasa de vez en cuando. Yo soy la que cuida de los niños día y noche, pensé que necesitabas tiempo para asimilar las cosas, pero esto... - se llevó sus manos a la cara tapando su rostro. Su cabeza dolía, su corazón dolía.

- Lo siento.

- No digas eso - le miró - si de verdad lo sintieras no habrías huido.

El divorcio fue fácil. Harwin no quería nada, ni la casa ni la custodia de los niños. Se comprometió a pasarle la manutención todos lo meses y desapareció de sus vidas. Jamás llegó a decirle que estaba embarazada, total nada habría cambiado. Ahora era madre soltera de dos niños y un bebé encamino. Alicent la ayudó en más de una ocasión, no sólo con los niños, sino también apoyándola en todo momento.

Un día que salía de una cita médica, encontró a Alicent en la puerta de urgencias. Se alarmó porque ese día había decidido dejarles a los niños.

- Rhaenyra - se acercó a ella - iba a llamarte, acabamos de llegar.

- ¿Y mis hijos? - preguntó alterada.

- Están dentro - le guio hacia la sala de espera. Allí estaba Viserys con todos los niños.

Lucerys parecía el más afectado. Tenía los ojos cerrados y estaba un poco pálido. En seguida se acercó a él y lo tomó. El niño pudo reconocer a su madre y se acomodó más en los brazos de ella.

- Lucerys Arryn, ya puede pasar - una enfermera los llevó a la consulta.

- Buenas, soy el doctor Daemon Velaryon.

....

- Y así chicos, es como conocí a vuestra madre.

- Vale - habló Jace - ¿Qué tiene que ver eso con pasarme la ensalada?