CAPITULO 1

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La espada de Daemon se clavó en su otro ojo. El dolor fue instantáneo, haciéndole gritar desde lo más profundo de su ser. Su cuerpo ya no respondió, por lo que alejó su idea de seguir peleando. Este era su final, uno que escribió el mismo día que terminó con la vida del pequeño Lucerys. Notó cómo cayó de la montura de Vaghar, sintiendo como su corazón dejaba de latir.

¿El mismo final que el bastardo Strong ? Que caprichoso es el destino.

{••••••}

Un fuerte golpe con el suelo le hizo despertar. Se levantó con cuidado, apoyándose en el filo de la cama. Miró a todos lados y comprobó que no conocía a aquellos aposentos. Miró hacia la ventana, donde distinguió un destello de luz que iluminaba un poco el dormitorio. Curioso, volvió a ponerse en pie, dándose cuenta de las ropas que llevaba. ¿Por qué lleva un pantalón y una camisa, y no su típico camisón?

Abriéndose paso por la oscuridad, llegó a un escritorio donde vio un gran cuadro negro.

- ¿Pero qué? -susurró extrañado.

Tanteó los diferentes objetos que habían esparcidos por la superficie de madera, cuando de repente aquel cuadro se iluminó.

¿Qué es esto? ¿Magia de la antigua Valyria? ¿Dónde estaba? Y sobre todo, ¿Por qué ve al pequeño bastardo junto a él en el cuadro? Un momento, ¿aún conserva sus dos ojos?

Llevó una de sus manos al ojo donde antes solo había un parche, dándose cuenta que en efecto ahí estaba su ojo. Asustado, salió corriendo de la habitación. Una vez en el pasillo, chocó con un cuerpo, haciendo que ambos cayeran al suelo. Sostuvo su cabeza, el moretón que le saldría iba a ser enorme. Aclaró la vista y miró a su hermana.

- ¡Aemond, pedazo de neandertal! ¿Eres tonto o te caíste al nacer?!

Abrió sus ojos. ¿Qué acaba de decir?

- Retira lo que has dicho o olvidare que eres mi hermana. ¿Desde cuando las damas hablan como si fueran hombres?

- ¿Qué dices? ¿Te has vuelto a drogar con Aegon? Menudo par de imbéciles.

- ¿Hijos? - Alicent apareció detrás de Aemond. La mujer estaba intentando dormir cuando empezó a escuchar el alboroto - ¿Qué hacéis despiertos tan tarde? y Helaena ¿a dónde vas? - encendió la luz del pasillo.

Aemond cerró los ojos debido al repentino brillo de luz. Mirando a los lados, se asombró de no ver ninguna vela, pero ese sentimiento aumentó cuando vio las vestimentas de su hermana. Pues llevaba una falda que dejaba ver sus piernas y una camisa que solo cubría la parte del pecho.

- Tus vestimentas dejan mucho que desear, deshonras a esta familia Helaena - ambas mujeres abrieron los ojos, incrédulas ante tal comentario.

- Está drogado seguro - miró a su madre - Me voy antes de que este ser se active en modo machito - Helaena siguió su camino hacia la salida.

Aemond no entendió nada. ¿Su madre había permitido tal comportamiento?

-¿Estás bien? - Alicent con una mirada preocupada, le tocó el hombro y lo giró para que quedaran cara a cara -. El comentario que acabas de hacer no es muy propio de ti, yo no crie a un machista.

-Madre...

-¿Madre? ¿Desde cuándo tanta formalidad? - rio.

Es verdad, sea cual sea este mundo, aquí las formalidades no son tan importantes. Sin más, y bajo la atenta mirada de Alicent, volvió a su habitación y se tumbó en la cama.

¿Qué mundo es este?

Almas Encontradas [Aemond Targaryen x Lucerys Velaryon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora