El León Que se Enamoró del Cordero [Con Cho Kyuhyun]

Prólogo

Era una lluviosa tarde de verano, los noticieros pronosticaban una fuerte tormenta en todo Seúl, por lo que pidieron que todos nos quedáramos en casa para no ser atrapados por la tormenta, sin embargo, mi hermana aun no llegaba y eso me preocupaba más de lo normal. Sentada en el sillón veía fijamente la televisión mientras mis oídos estaban sumamente atentos a cualquier ruido proveniente de la puerta, por lo que, cuando esta fue tocada abruptamente corría al llamado.

—¡Alice! Pero ¿qué paso? —fue lo primero que pregunte al ver a mi hermana en tan lamentable estado, tenía el pelo revuelto ocasionando que su melena castaña se enredara, ambos ojos apenas y estaban abiertos, las graves marcas moradas alrededor decían que había sido golpeada de manera salvaje.

—Hermana... tranquila... estoy bien —trato de decir con dificultad, sus labios estaban llenos de sangre, apenas y podía sostenerse; coloqué uno de sus brazos sobre mis hombros para ayudarla a entrar, la tumbé en el sofá.

—Alice ¿Qué sucedió? —la cuestione asustada viendo la sangre que brotaba del lado izquierdo de sus costillas—. ¿Quién te hizo esto?

—Nadie— contestó como pudo—. Fue mi culpa, yo... yo lo provoqué... —al escuchar esas palabras supe de inmediato de quien hablaba.

—¿Él te hizo esto? ¡Ese maldito! —exclame enojada—. Alice vas a estar bien, llamare a una ambulancia —dije tomando entre mis manos temblorosas el teléfono.

—No... no... no quiero que le hagan daño —me suplico—. Por favor.

—¿Cómo puedes defenderlo? ¿Ya viste como te dejo? Alice ese maldito debe pagar— seguí gritando tanto mis lágrimas salieran al instante, mi hermana tomó mis manos haciendo que tirara el teléfono local.

—No... esta es su forma de demostrar que me ama... tu no lo comprendes —dijo sin aliento—. Debajo de la cama hay una carta, léela en cuanto puedas y también hay un poco de dinero para que puedas sobrevivir al menos dos semanas.

—¿Qué? ¿Por qué me dices eso? —grite asustada mientras lloraba—. Tú te pondrás bien, te lo prometo.

—Mi hermanita, mi hermanita pequeña... Por favor perdóname por dejarte, pero... no creo que salga de esta —dijo haciendo compañía a mi llanto—. Sé que no fui la mejor hermana mayor, pero quiero que sepas que... trate de serlo —sus ojos se cerraron y solo en un susurro me dijo—. Te amo hermanita.

—¿Alice? ¿Alice? ¡Despierta! ¡Despierta! ¡No me dejes sola! ¡Alice! ¡Maldita sea despierta! ¡Alice! —le gritaba desesperada moviéndola con todas mis fuerzas para que abriera los ojos, tomé su pulso como había aprendido en mis clases de primeros auxilios, pero era demasiado tarde, Alice estaba muerta.

Los paramédicos llegaron veinte minutos después, confirmando lo obvio, ese día perdí a mi hermana, mi única familia, la perdí por la culpa de un maldito hombre, pero eso no se iba a quedar así, me vengaría de su muerte, lo haría por mi hermana.

Fui llevada con la trabajadora social para que me dijera que pasaría conmigo a partir de eso, donde viviría ya que al no tener a nadie más no tenía a donde ir.

—Acompáñame hija —dijo una joven señora mientras me guiaba a su oficina, me señalo la silla para que me sentara—. Tú expediente dice que tus padres murieron hace cinco años y que te quedaste a cargo de tu hermana Alice —comento viendo unos papeles—. Antes que nada, mis condolencias.

—¿A dónde me llevarán? —la cuestione con melancolía.

—Te llevaremos al orfanato más cercano, aun eres pequeña tienes trece años ¿estoy en lo correcto? —pregunto y asentí con la cabeza—. Lo más seguro es que te adopten en unas semanas. Bien, hoy mismo te irás, tus pertenencias como ropa y cosas pequeñas serás trasladadas contigo ¿Dudas? —negué con la cabeza—. Bueno cariño es todo.

Después de hablar con la trabajadora social me trasladaron al orfanato en donde viviría hasta cumplir dieciocho años, la edad legal para dejarme salir; sabía lo que haría en cuento saliera, buscaría al hombre que la había asesinado y lo haría sufrir tanto como lo hizo mi hermana Alice...