Capitulo 08:

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Daerys.

Mi madre cepillaba mi cabello frente al tocador mientras intentaba desenredarlo, lo habían ensuciado con sangre anoche y estaba muy cansada para limpiarlo a altas horas de la noche
Después de visitar a la linda Alys. Aemond y yo volvimos al castillo asaltando la cocina robando bocadillos y licor, era nuestra costumbre

—He oído que pasas mucho tiempo con Aemond—Comento mi madre trenzando ni cabello.
Jacaerys había abierto la boca, me las pagará.

—¿Qué?, No —finjo inocencia —Bueno lo normal supongo.

A mi madre no le podía mentir, era la única a la que le permitía verme  vulnerable ni a Daemon que me conocía con la palma de su mano, mi vínculo con mamá era más fuerte.

—No fijas, te conozco —suelta una carcajada melódica.

—Bien.—rio con ella—me agrada mucho.

«Demasiado diría yo». El recuerdo de sus besos hace sonrojarme.

—No te preocupes, es buen muchacho un poco rencoroso y cruel pero bueno.—mi madre me regaló una sonrisa mientras apoyaba sus manos  en mis hombros observándome a través del espejo.

Sus ojos violeta y su cabello lacio, era hermosa, decían que yo me parecía a ella que era igual de hermosa que ella a mi edad aunque con el carácter y la terquedad de Daemon.

—Pero sabes que es uno de sus verdes —recordó mi madre, me gire a verle.

—El no tiene interés en el trono madre.

Ella acunó mi rostro con sus manos, mientras me veía con ojos comprensivos.

—Lo se hija mía, pero su lealtad es con los verdes y estando bajo la influencia de Otto hincara su rodilla por Aegon, por su deber con su casa.

—Tu eres la legítima heredera, madre.

—Así cómo tú eres la mía. — acarició mi mejilla —ellos creen que Aegon es digno por es varón, escúchame Daerys.—pidió mi madre con su vista en mis ojos—Jamás permitas que te menosprecien por ser mujer, tu eres la única que conoce sus límites y de lo que eres capaz, calla la boca de todo poniente y exige el respeto que mereces. Eres unas Targaryen, el fuego y la sangre corre por tus venas, si el mundo no nos acepta lo obligaremos hacerlo.

Solo asentí firme a las palabras de mi madre, y le abrece fuerte, la adoraba .

Tal vez si hubiera aceptado casarme con Aegon madre estaría tranquila, me sentía egoísta pero cada vez que veía a Aemond, sus besos y su cercanía me confirmaban que era la decisión correcta.

Me separé de mi madre para retirarme la reina deseaba verme, y aunque no deseaba verla y no tenia quince años para huir al muro y amenazar a los guardias, me encamine a la puerta hasta tomar el pomo.

—Ah por cierto —gire a verle—Procura reírte más bajo, tus carcajadas se podían escuchar en por todo desembarco—bromeo divertida.

¿Me había escuchado?. Si, mi madre me había escuchado pedirle un beso a Aemond mierda.

Abrí la puerta y  salí con premura escuchando la sonora risa de mi madre a mi espalda, cerré de un portazo al mismo tiempo que chocaba con un torso.
Era Daemon, me ayudó a estabilizarme.

—Nunca bajes la guardia y menos aquí—susurro dejando un beso en mi cabeza.—Hoy ve a torturar los prisioneros en la madrugada con tu risa, algunos aquí deseamos dormir.

—¿Qué? —pregunte confundida, aunque sabía a qué se refería.

—Si vuelves a escapar te daré de comer a Caraxes—Decreto severo.— Te ríes como un puerco.

Fuego de Dragones. [Aemond Targaryen].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora