Capitulo 40: parte 1.

1K 91 32
                                    

Aemond.

Daerys... Daerys y una maldita trenza larga que la hace ver hermosa, Daerys y un puto zafiro en la cuenca de su corona, Daerys mi esposa frente a mí después de tres malditos años, si esto era una puta broma estaba seguro que moriría esta noche.
Mi madre palidece y Aegon se mantiene en su sitio intercambiando miradas entre ella y yo sin decir nada igual que el resto. 

Quiero sacarla de aqui y no ver su rostro pero no puedo si quiera moverme pensando que solo es una alucinación y hace tiempo había dejado de tenerlas y la mujer sonriente y altanera frente a mi era Daerys en persona.

—Daerys.—digo de repente mientras sigo de pie con los pies enterrados al piso.

—Príncipe Aemond.—respondió asintiendo en una leve reverencia.

El movimiento me deja la vista pegada en la pequeña pieza sobre su pecho y su marca...el sentimiento que me avasalla el pecho me enerva y contengo el impulso sacarla de aquí y exigirle explicaciones.

Arrancarle la maldita sonrisa orgullosa y el desdén que tiene al observar a Cassandra, quiero… quiero besarla maldita sea, quiero besarla y apagar mi furia en esos labios rosados que terminan enfundándome mas. Intento permanecer sereno pero la forma en la que se ve es jodidamente un sueño,  la rabia se mezcla con los sentimientos que albergo por ella nublándome el juicio y el razonamiento.

Mi ojo la repara de nuevo viendo el vestido rojo que se le apega al cuerpo de una manera elegante y sensual, una de sus piernas sobre sale en el vestido dejando ver el mango dorado de su daga, es un espectáculo único y termino frustrado,  las ganas que tengo de arrancárselo y que solo luzca la pieza dorada en su pecho y la maldita daga me sobrepasan y lo detesto porque es patético. Quería sacarla de mi cabeza y ahora estaba aqui frente a mi, y se suponía que debía odiarla y solo pensaba en tomarla encima de la mesa.

Quiero moverme y tocarla exencionarme que es real pero la ganas de hacerlo desaparecen en cuanto veo al hombre que se posa a su lado, mi cabeza divaga pensando en un millón de escenas de el y ella y en lo que han podido hacer  durante estos tres año, si la ha tocado, la ha besado si...La cabeza se me llena de mierda y mi sangre hierve, enojo y desprecio eso es lo que siento la mujer que tanto llame mía estaba con otro y no podía estar mas que enojado.

Siento los pasos de Cassandra rodearme en cuanto mi mano se vuelve un puño tenso igual que mi mandíbula, le doy una ultima mirada a la peliblanca y me tiro de vuelta a la silla, no quiero mirarla no cuando esta con el y el la mira de ese modo, como si fuese lo mas preciado en el mundo y Daerys lo es, lo era en mi mundo y el imbécil ese la miraba de esa manera y yo no podía reclamar nada. Porque ella ya no era mía.

(...).

Daerys.

Espere gritos, que tomara del brazo y me sacara de aquí, pero no lo hizo y me decepciono, supongo que tendría que estar acostumbrada a que las cosas no fueran como yo creía. Se limito a ignorarme y yo vine a sacarme el puñal del pecho y eso haría.

Se veía tal y como lo recordaba pero a la vez tan diferente.

—¡Dae, mi vida!—la voz de Aegon llega a mis oídos y de un momento a otro lo tengo de rodillas aferrado a piernas, moviéndome de un lado a otro, como desquiciado—No vuelvas a dejarme.

—Quítame las manos de encima o te las corto.—le advierto y me suelta levantándose alzando sus manos, la sonrisa no se le borra y creo que nunca lo había visto tan feliz.

—No me culpes estoy feliz es un placer volver a ver a la familia.

—Diría lo mismo tío pero no se considera familia a los traidores.—espete con ironía

Fuego de Dragones. [Aemond Targaryen].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora