Capitulo 13:

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Daerys.

El viaje de regreso a mi hogar se hizo corto, había permanecido tanto tiempo en la fortaleza rojas, que había olvidado los muros de piedra que se erguían sobre mí. Mi hogar, en un mes tal vez no volvería aquí.

Padre aterrizó en Caraxes junto a Arrax y Vermax, con ellos Luke y Jace. Nadie había comentado nada al respecto y lo agradecía

El barco donde venían mi madre había arribado, Joffrey bajo a su lado, detrás de ella Aegon y Viserys cargados por las niñeras.

Mi madre me dedico una dulce sonrisa, antes de adentrarse al castillo.Jace, Luke y mi padre aún estaban junto a los dragones, mientras Joffrey se desviaba del camino para dirigirse a mi sitio.

—Estas triste.—comenta sujetando mis piernas en un abrazo—Luke dice que es por tu boda.

Giré mi rostro hacia Luke fulminándolo con la mirada, el solo responde con una sonrisa de disculpa y se apresuró a entrar al castillo.

—Lucerys es un tonto.—bufe colocándome a su altura, ofreciéndole mi mejor sonrisa —Estoy muy feliz por casarme.

—Tus boca dice eso, pero tus ojos dicen lo contrario —refuta, y me sorprende que percepción tiene mi pequeño hermano.

—Tranquilo, estaré bien—Aseguro revolviendo su cabello, ocasionando que suelte algunas risas.

—Si casarte no te hace feliz, no lo hagas. Prometo apoyarte y defenderte.

Mi pequeño hermano coloca su mano en su pecho en una especie de juramento.

—Gracias mi valiente caballero, lo tendré en cuenta.—asiento ofreciéndole unas pequeña sonrisa —Ahora ve adentro y guárdame un pastelito de fresa.

Joffre asiente y sale disparado hacia el castillo.

Al levantarme me encuentro con la mirada de mi padre encima de mi, Jace ya había entrado. Quedábamos solo el y yo.

—¿Qué?.—Pregunto ante su inclemente atención.

—Nada. Solo que tú hermano tiene razón. —responde el acercándose—Estas triste.

—Ya dije que estaré bien.—replico, dándole la espalda.

—Si hubiera alguna manera de evitarte esto, no dudaría en hacer lo que fuera.—asevera colocando su mano en mi hombro—No quisiera tener que sacrificarte por nosotros.

Mis ojos se empezaron a cristalizar, no podía ser fuerte siempre y desde que salimos había reprimido mucho lo que sentía.

Un sollozo se escapó de mi, ya no podía contenerlo, solo quería llorar. Lloraría todo un mes, si eso pudiera aliviar la presión de mi corazón.

Daemon, sujeto mis hombros dándome vuelta para abrazarme. Permanecí unos minutos en su pecho aferrándome a él, cómo si eso me diera fuerza.

Siempre que tenía un problema acudía a el, me sentía a salvó.

Padre se separó suavemente de mi, para secar mis lágrimas.

—Se que no quieres esto, Aemond te importa y es evidente. Pero el amor para nosotros no siempre funciona.

—Funciono para mamá y para ti.—alego, observándolo extraña por sus palabras, ellos se amaban y están juntos.

—Después de algunos años, y después de algunas personas.—admite con una sonrisa melancólica—El amor suele pasar a segundo plano cuando el deber llama.

El deber… yo nunca había pedido cumplir con un deber. Quería ser libre de todo aquello que significara ataduras, y ahora por algo que yo no elegí me encontraba sin salida.

Fuego de Dragones. [Aemond Targaryen].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora