Capitulo 30:

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Daerys.

Poco después de la partida de Aegon mis misivas fueron respondidas, Namerys había llegado poco después de que Aegon se retirara a cumplir con lo que le había pedido.

Había esperado, casi en velo dos noches, esperanzada a que llegara a mi puerta, pero no lo hizo, y no lo culpaba no era una decisión fácil y aunque me quemara el alma tenia que aceptar su elección.

Namerys servía de almohada trenzando mi cabello mientras me mantenía tumbada sobre sus piernas observando el techo.

Últimamente mi entrecejo estaba fruncido y todo lo que me agobiaba comenzaba a pasarme factura.

-Si entiendo lo que acabas de decir ¿Aegon sera tu espía?-inquiere Namerys procesando toda la información.-¿Te das cuenta que Aegon y trabajo no van de la mano?.

-Pareciera que no le tuvieras fe, teniendo en cuenta que comparten algo mas que saliva es muy pesimistas de tu parte.-comento divertida.-Además no hará gran cosa solo debe mantener las narices de Otto lejos de nuestros planes.

-Sabes esta idea tuya suena tentativa.-dice mi amiga y conozco la sonrisa que se forma en su rostro, por lo que me incorporo de inmediato sentándome frente a ella.-Tanto así, que estoy decida acompañarte.

Esto es una puta broma.

-Namerys, ¿te haces la chistosa o Aegon te ha pasado su estupidez?.-inquiero mirándola como si tuviera un puto dragón en la cara.-Voy a una maldita guerra, ¡GUERRA!.

-Ya lo se.-dice despreocupada.-No me importa.

-Namerys, en un guerra, mueren personas.-explico como si estuviera hablando con Joffrey, apuesto que el entraría en razón mas rápido.-No es un viaje de turistas, que al parecer es lo que Aegon y tu piensan.

-Dae me importa tres kilos de excremento, si me muero de camino-exclama hastiada y la hastiada debería ser yo por su empeño.-Si iras te acompañare, juntas iremos y no pienso dejarte, te iras a un lugar recóndito, donde probablemente mueras, ¿Que clase de amiga seré si no te acompaño?.-inquiere como si fuera obvio su punto.

Mis ojos comenzaron a llenarse de lagrimas, era una idiota claro estaba, pero estaba dispuesta a irse conmigo, y es que ella siempre había estado ahí para mi, es imposible no quererla.

Dejo caer mi frente en su pecho, mientras su mano acaricia mi cabello, adoraba congeniar de esta forma con ella, no importaba en que lio me metiera Namerys siempre estaba conmigo.

-Te odio tanto.-digo contra su pecho.-Este viaje no es para que Aegon y tu se vayan de luna de miel Namerys

Advierto y la risa de Namerys le hace vibrar el pecho y me dan mas ganas de llorar el saber que puedo contar con esta pelinegra tan especial.

-Lo se.

-¿No cambiaras de opinión?

-Ni un poco.

-Si que estas idiota-digo y ambas reímos al unísono.

La adoraba y que me acompañara haría la estancia y fuera lo que fuera que nos esperara allá mas amena, pero corría el riesgo de perderla y era algo que jamás me perdonaría.

Leila toca la puerta y se adentra a mis apócenos con la cabeza baja, me separo de mi amiga para verla.

-Disculpe su alteza pero la buscan abajo.-anuncia y miro a Namerys inmediatamente.

Ella solo se encoje en hombros sin saber de quien se trata, en lo mas fondo de mi deseo que venga una sola persona pero estaba segura que no era el.

-Ya bajo leila.-digo y me dirijo al espejo, las sombras violetas debajo se mis ojos están marcadas con intensidad s y mi cabello esta alborotado, solo paso mis manos por el aplacándolo un poco para alisarlo, las trenzas aun estaban medio hacer pero no repare en eso

Fuego de Dragones. [Aemond Targaryen].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora