Capitulo 12:

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Daerys.

Camino por los solitarios pasillos del castillo con la brisa fría de la mañana acariciando mi piel, no estaba dispuesta a rendirme tan fácil. No renunciaría a mí libertad, ni mucho menos a Aemond.

Me detuve frente a la gran puerta que se erguía sobre mí, los guardias de mi abuelo permanecía custodiando la puerta.

—El rey está con la mano, mi princesa—dvirtió un guardia, cómo si eso fuese a detenerme.

Le dedique una sonrisa de boca cerrada, no me importaba si estaba con el mismísimo diablo, yo iba a entrar. Me dirigí al guardia que protegía la puerta de mi.

—Te daré cinco minutos, para que abras la maldita puerta.—ordene pausadamente—Si no lo haces, el único recuerdo que tendrás  en otra vida, será este lindo rostro traspasándote con tu propia espada.

El hombre intercambio miradas  con su compañero, sabía que no dudaría en hacerlo. Todos decían que me parecía a Daemon, y era cierto ambos no hacíamos amenazas en vano.

El hombre abrió la puerta sin decir nada, volvió a su puesto con la mirada al frente.

Me adentre a los aposentos de mi abuelo, estaba a solas con el mayor de los Hightower, discutiendo asuntos del reino.

El segundo se percató de mi presencia y se dirigió hacia mí.

—Princesa, el rey está indispuesto. No desea recibir visitas, si necesita algo puede venir conmigo —avisa el castaño hablando entre dientes.

—Gracias Otto, pero si el rey no desea verme que sea el quien me lo diga.—respondo ignorando su advertencia.

—Tranquilo Otto.—musita con dificultad el hombre tendido en la cama, no era uno de sus mejores días.—Para ella siempre podré recibirla.

Su comentario me forma una leve sonrisa en el rostro, el Hightower se retira de lugar, dándome paso libre.

Doy unos pasos hasta la cama de mi abuelo, Otto permanece al pie de la cama en silencio, observándome de mala gana.
Las pocas veces que habíamos tratado, se comportaba frío y distante, cómo si me odiara.

Ignore su mala actitud ante mi presencia, para centrarme en el hombre que tenía mi futuro en sus manos.

Sujeto su mano llevándola a mi rostro.

—Adelante mi niña, cuéntame lo que aflige—pide acariciando mi rostro con el dorso de su mano.

—Mi matrimonio, abuelo.—escupo amargamente.

—Vas a casarte con un Stark, Daerys. Son buenos hombres—afirma el.

—Esa boda no es algo que yo deseo. Por favor no me obligues.—suplico apretando su mano.

—La casa Targaryen y la casa Stark se unirán en matrimonio.—la demandante voz altiva  de Otto apaga las palabras de mi abuelo.—No hay nada que usted diga o  haga, que pueda cambiar mas cosas.

Giro mi rostro para encararlo.

—¿Eso quien lo dice?.—cuestiono con recelo—¿El rey o tu?.

—Yo solo aconsejo a mi rey, y decido lo mejor para el reino.

—Lo mejor para el reino, no para mi.—aclaro tajante.

—Su deber como princesa es cumplir con lo que demanda el rey, casarse y contribuir con el linaje Targaryen.

—¡Es mi vida!.— alzó mi voz, perdiendo la paciencia—Mi… vida, no la suya, no el reino. Mía.No tienen el derecho de decidir por mí.

—Ya es muy tarde. La decisión está tomada.—bramo duramente alzando su voz, su tono me hizo retroceder por instinto.

Fuego de Dragones. [Aemond Targaryen].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora