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Luceafarul, el Lucero, era uno de los dioses que habitaban el Universo. Era una estrella, la estrella más alta y que se puede apreciar con más claridad desde los campos y las tierras rumanas.

—¿Quien diablos se llama Luceafarul?— Draco interrumpió a Ileana mientras caminaban, iban juntos a la Piata Revolutiei, en el centro de Bucarest, Ileana había decidido empezar por su lugar favorito de toda la ciudad. Y en su recorrido por todo Bucarest los acompañaría el cuento que estaba inspirado en uno de sus poemas favoritos, el poema que Mihaela leía siempre cuando era pequeña.

—Draco. Lucius. Malfoy—. Le dijo Ileana remarcando cada una de las partes de su nombre. —Mejor cierra la boca y camina—.

La chica cerró los ojos en cuanto llegó al centro de la ciudad. Le encantaba ese lugar, eran aproximadamente las 7 de la tarde y estaba comenzando a anochecer. Estaban en uno de los meses que tenía los días más largos, pues la mayor parte del tiempo los días son cortos y suele anochecer a las 5 PM. El frío se sentía, la nariz de la chica comenzaba a enfriarse y por ende a enrojecerse, Draco sonrió ante tal cosa, ambos traían ropa abrigada pero aun así Ileana se veía muerta de frío.

—Te estás muriendo de frío tonta—. Draco tomó entre sus manos la cara de la chica tratando de darle un poco de calor.

—No me digas tonta, tus manos están aún más frías...— La chica arrugó la nariz. —Tu eres tonto, tus manos están heladas.— Se alejó rapidamente del chico.

—¿Nos vamos a quedar aquí toda la tarde?—. Dijo Draco volteando a ver la ciudad. —Digo, es precioso aquí, pero no estoy dispuesto a morir por hipotermia—. Ileana rió por sus palabras. Llevó su vista nuevamente alrededor, cerró los ojos y respiró profundamente, amaba ese lugar.

—Hay un café aquí cerca, cuando estamos solo mamá y yo, venimos—.

—¿Tomas café?— Draco le preguntó curioso.

—No—. Ileana sonrió. —Siempre pido té de flores—.

—Ya está oscureciendo ¿tu mama no se va a molestar?— Entrelacé nuestros brazos y comencé a caminar.

—¿Draco Malfoy preguntando si alguien se va a molestar?—.

—Oye, yo soy un niño bueno. Que en la escuela no tengan la autoridad para detenerme no es mi culpa—. Ileana rodó sus ojos divertida.

—No te preocupes, no estamos lejos de mi casa y solo es un café—.

Cada noche, Catalina, una muchacha de , sale a su ventana a el sorprendente de esta estrella. Puede pasar horas enteras mirando hacia lo alto del cielo porque siente que de esa estrella. Y así pasan los meses y los días hasta que Catalina descubre el secreto de su atracción por la estrella: se ha enamorado de un dios, el dios del Lucero del cielo.

—¿Vamos a estar todo el día aquí sentados?— Llevaban no más de 10 minutos sentados en una banca del Parque Herăstrău, y Draco estaba teniendo nula paciencia. Junto a ellos pasaban muggles, parejas, familias, todos disfrutando el clima tranquilamente.

—¿No te parece esto hermoso?—. Ileana señaló con sus manos el paisaje. Y ciertamente Draco no lo podía negar, era un lugar muy hermoso, muy verde, tranquilo a pesar de la cantidad de gente que había.

—Si, pero hay demasiada gente. ¿Este es el plan de hoy?—

—No Malfoy. vamos a subir a los botes del lago pero quiero saber que el clima va a ser bueno antes de que nos acerquemos ahí—.

DALTONISMO ; Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora