La teoría del vínculo [OBI-WAN KENOBI]

01.

CAPÍTULO 01.
CRISTAL
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Irisdy Solavain contempló con ojos soñadores la galaxia que se expandía ante el cristal de la nave Starlight. Había crecido rodeada de historias y nombres de lejanos planetas y criaturas desconocidas; pero jamás había tenido la oportunidad de ver una prueba real tan de cerca, con la nariz casi pegada a la ventana. Ella, a diferencia de la mayoría de sus compañeros del Templo, había nacido en Coruscant; de modo que no había tenido la oportunidad de ver la inmensidad del universo de aquella manera hasta aquel preciso momento. Y era espectacular. Incluso desde la distancia, era capaz de distinguir una explosión de colores, texturas y formas; aquella belleza deslumbrante y pura se le quedó a la niña grabada en la memoria.

Algunos de sus compañeros charlaban en voz baja a su alrededor, incapaz de mantenerse en silencio y tratando de matar un poco el tiempo; pero ella era incapaz de despegar sus ojos de las estrellas. Los tenía bien abiertos, casi como si con ello lograra abarcar más información en su reducido campo de visión. Quería saberlo todo; el nombre de cada luna por la que pasaban, la composición de cada planeta, los seres que vivían en su pequeño mundo particular a tantos pársexs de distancia... Era increíble pensar en la cantidad de vidas y mundos paralelos que avanzaban a su propio ritmo en torno a ella; le hacía a uno sentirse humildemente diminuto, y a la vez, reconfortado al entender que formaban parte de algo mucho más grande que su propia persona.

Irisdy conocía el nombre y las funciones de los principales planetas del Núcleo. Coruscant era la Capital de la República y el centro de vida cultural intergaláctico; y también la base central de los Jedi. Endor era el hogar de los Ewoks. Jedha, uno de los tres lugares en la galaxia donde podían encontrarse cristales kyber; y así la lista se alargaba y alargaba. Desde que los niños sensibles a la Fuerza llegaban al Templo, se les intentaba enseñar todo lo posible acerca de la galaxia que algún día estarían preparados para proteger; pero, y aunque Irisdy siempre había prestado particular atención y estudiado mucho en dichas enseñanzas, le quedaba aún un mundo –bueno, técnicamente miles– por descubrir. Su ansia de conocimiento era enorme; suspiró asombrada desde su asiento.

Pronto, la nave Starlight entró en el sector 7G de la estrella Asar; y los ojos verdes de la niña se clavaron directamente en Ilum. Ilum era el quinto planeta de su sistema estelar, inhabitable para la mayoría de especies por su clima antártico; cubierto completamente de hielo y nieve. Escondidas bajo su superficie, se encontraban las cuevas de los cristales; y puesto que el acceso a ellas era levemente más sencillo que en Jedha, era el planeta designado por la Orden Jedi para que los iniciados completaran sus pruebas y se hicieran con su primer cristal para su primera espada láser. Un calambrazo de emoción recorrió el cuerpo de la niña.

Llevaba años preparándose para aquel momento. Irisdy había sido encontrada por los Jedi cuando tenía cuatro años –una edad bastante estándar para la Orden– y pasado los primeros años de su niñez aprendiendo a sentir la Fuerza y a comportarse de la forma que se esperaba de ella. Había recibido clases de diversos caballeros y maestros Jedi, junto con el resto de sus compañeros; sus favoritas habían sido las de Yoda, aunque había disfrutado de prácticamente todas. Después de seis años siendo una iniciada Jedi, finalmente había sido seleccionada para hacer las pruebas para convertirse en Padawan.