30.

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CAPÍTULO 30.
PISTAS

PISTAS✨

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Sol llevaba cuatro años viajando cuidadosamente por la galaxia y reuniendo pistas asegurándose de no despertar sospechas. Cuando era niña se había imaginado visitar una hilera de planetas desconocidos en una pequeña nave a la ventura; pero definitivamente, nada la había preparado para hacerlo así. Para empezar, Irisdy era el nombre de un fantasma; ahora se llamaba Sol, un nombre corto, simple y decente, sacado de las primeras tres letras de su apellido. El nombre era común en muchos planetas de la galaxia y no se había complicado mucho.

Su vida, en cambio, era definitivamente muy complicada. Sol había enterrado su sable láser en un compartimento oculto en su nave; y llevaba sin tocarlo desde que cerró la disimulada compuerta. En los tiempos que corrían, un simple vistazo a su arma equivaldría su muerte.

Tras la Gran Purga, en la que había perdido a dos grandes amigas –Amaris y Tayachi–, un maestro al que tenía en muy alta estima –Saesee Tiin– y a innumerables otros, cualquier criatura meramente sensible a la Fuerza era castigado con la muerte; algunas dolorosas y en forma de tortura, otras rápidas y simples como si fueran sólo una infección que se debía erradicar con presteza.

Sol –Irisdy no, Sol– se cuidaba mucho las espaldas. Había tomado por costumbre desconfiar de todo y todos; y sabiendo que sus impulsos de ayudar a los demás y lo difícil que le era abstenerse al presenciar alguna injusticia sólo le causarían problemas, vivía apartada de la población y del mundo, siempre refugiada en una humilde choza perdida en algún punto desértico del planeta que visitara. Por supuesto, bloqueaba a todas horas del día su presencia en la Fuerza; al principio había sido difícil mantener el bloqueo tantas horas, pero con el paso del tiempo, había aprendido a hacerlo inconscientemente y sin preocuparse por ello.

El año inmediatamente posterior a la Gran Purga Jedi había sido terrorífico. Spider y ella estaban sólos en el mundo, obligados a vivir como ratas renengando de su gente –el clon había tenido que adquirir una máscara constante que había pasado a formar una segunda capa de piel sobre él– y tratando de sobrellevar al mismo tiempo todas sus inquietudes y pérdidas. Incluso después de extraerle finalmente el chip destrozado a Spider, Irisdy se había sentido asfixiada ante la sensación de que permanentemente, durante todas las horas del día y todos los días, semanas, meses y años, estaban en peligro.

Spider y ella habían permanecido juntos durante dos de esos años. Dos años de apoyo mútuo y el pleno conocimiento de que no habrían conseguido sobrevivir a ello sin la ayuda del otro. Cuando Sol se había separado de él había sufrido verdaderos ataques de ansiedad y pánico por las noches; pero pronto, una vez más, se había acostumbrado a su situación de mierda de nuevo. Spider se había quedado con un par de clones que de alguna forma también habían conseguido extraerse el chip en Eryanum, una luna diminuta en un extremo de la galaxia a la que nadie echaba nunca demasiada cuenta. Sol lo había entendido, y se había despedido de él con un largo abrazo y lágrimas en los ojos. Spider había encontrado a parte de su familia y ella debía seguir buscando la suya.

La teoría del vínculo [OBI-WAN KENOBI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora