28.

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CAPÍTULO 28.
CONFESIONES DOLOROSAS

CONFESIONES DOLOROSAS✨

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Era un día inusualmente tranquilo en el Templo Jedi cuando ocurrió el bombardeo. A pesar de que todo estaba en calma y parecía un día normal, Irisdy tenía un mal presentimiento; haciéndole pensar por alguna razón en aquella estratagema fallida tiempo atrás donde descubrieron a un traidor entre los Jedi de la Orden y trataron de usarlo como cebo. El cerebro tras el títere había accedido a una reunión, sí; pero por algún mecanismo desconocido –ya que Irisdy estaba bastante segura que su presencia en la Fuerza y la de sus compañeros en aquel intercambio estaban bloqueadas a la perfección–, el misterioso encapuchado los detectó, y se esfumó en el aire antes de que pudieran siquiera moverse. ¿Sería alguna otra traición como aquella la que inquietaba su subsconsciente ahora?

Decidiendo dar un paseo fuera de su habitación para despejarse –y de paso revisar cada esquina del Templo por mera precaución–, la chica de veintitrés años se dirigió a la Torre del Alto Consejo con la intención de informar al maestro Yoda de su presentimiento antes de iniciar su ronda de vigilancia. El Templo Jedi de Coruscant poseía otras tres torres rodeando la Aguja central; la Torre del Primer Conocimiento, la del Consejo de Reasignación, y la Torre de la Reconciliación. Irisdy tomó el ascensor a la suya con paciencia, volviendo a adoptar su postura firme cuando las puertas volvieron a abrirse de nuevo en su destino. Puso un pie fuera y...

<< Boom >>

Aquella fue la segunda vez en su vida que Irisdy experimentaba una explosión fuerte tan de cerca de ella y en aquella ocasión no tuvo tanta suerte como en la primera.

Obi-Wan estaba sentado en la enfermería junto a la cama de Irisdy con lágrimas en los ojos. Los Sanadores habían estado de trabajo hasta arriba en las siguientes horas a las explosiones; pero siendo ya de noche y tras mucho más tiempo, la sala estaba en aquel momento notablemente más vacía y sólo unos cuantos Jedi permanecían en ella como él. Amaris, la antigua padawan del maestro Windu y amiga de Irisdy, estaba encamada justo a su lado; llena de magulladuras y con ambas piernas rotas. Se las habían inmovilizado y anestesiado, y debía recibir una inyección de bacta cada cuatro horas. Le habían ordenado quedarse tres días más en la cama; a lo que la chica había aceptado con reticencia. Al otro lado de la enfermería había un único paciente más; un caballero Jedi que había perdido la conciencia tras los explosivos de otra de las Torres y que aún no había despertado tras ello. Por suerte no había habido más heridos graves ni ningún muerto.

Irisdy, por su parte, se había roto cuatro costillas y una de ellas le había perforado el pulmón; los Sanadores habían conseguido salvarla y estabilizarla de puro milagro. El Jedi que la había atendido le había informado a Obi-Wan que si bien estaba ya fuera de peligro, era posible que sintiera ardor al respirar y dolor en la zona de la fuerte contusión. Necesitaría dos o tres días más que Amaris para recuperarse.

Cuando finalmente la chica de ojos verdes pestañeó aturdida, regresando a la realidad, Obi-Wan fue incapaz de retener las lágrimas que se desbordaron de sus ojos claros. Se había sentido aterrado por perderla, y el alivio fue inmediato. Seguía preocupado, por ella y por la forma en que todo parecía empeorarse y empeorarse a su alrededor; temía por el futuro de la Orden y la galaxia y por ellos mismos. Les esperara lo que les esperara, la necesitaba luchando a su lado.

A Irisdy le tomó unos minutos procesar lo que había pasado y situarse. Obi-Wan le explicó lo que habían averiguado; que el General Grievous y el capitán Rackham Sear habían planeado una misión suicida contra el Templo Jedi de Coruscant. Había pagado una gran suma de dinero a un cazarrecompensas llamado Cad Bane para conseguir los planes del Templo; y habían decidido colocar explosivos en las cuatro torres para derrumbarlas y demostrar a la galaxia que ni la Orden ni la República eran invencibles. La maestra Depa Billaba –también perteneciente al Alto Consejo– y un iniciado llamado Caleb Dume descubrieron a Sear, y consiguieron dar alarma antes de que los otros tres explosivos destruyeran el resto de las torres del Templo. El capitán Separatista había tratado de matarlos a ambos con un explosivo adicional mientras saltaba de una de las torres hacia una muerte segura; pero los dos habían sobrevivido.

La chica vió la preocupación y la angustia en el rostro del Jedi, y sabiendo lo mucho que había sufrido por ella, le acarició una de las manos con esfuerzo mientras lo miraba a los ojos. Obi-Wan suspiró cansado, y le admitió lo inquieto que se sentía por el futuro de la galaxia, Anakin y Ahsoka y básicamente todos a su alrededor. Irisdy trató de reconfortarlo lo mejor que pudo, tratando de respirar con normalidad, y Obi-Wan la miró con repentino entendimiento y dulzura.

- Oh, Iris... Aquí estás recuperándote de un bombardeo y yo mientras dándote más preocupaciones - se lamentó, acariciándole la mano de vuelta - Discúlpame.

Ella lo miró sin poder ocultar los sentimientos hacia él en sus ojos y le sonrió con suavidad.

- Obi-Wan... Tú también tienes permitido ser humano de vez en cuando.

Amaris, que les había dejado hablar a su aire estando despierta en todo momento, entendió la magnitud de aquellos sentimientos y conversación y cerró los ojos en un intento de darles una falsa sensación de privacidad.

Obi-Wan recorrió con sus ojos azules el resto de la enfermería rápidamente y se inclinó hacia Irisdy, mirándola fijamente y regalándole un vistazo honesto a su alma. Necesitaba decírselo. Aunque no pudieran hacer nada al respecto, necesitaba que ella supiera lo que significaba realmente para él al menos una vez.

- Sabes que no puedo permitirme actuar en torno a los pensamienros que llevo siempre en mi mente. Sabes que la Orden no lo permite, y la Orden siempre ha sido toda mi vida. Pero si pudiera... - comenzó con convicción, sin apartar sus ojos de los de ella en ningún momento - Si esta es la forma en la que se me permite amarte, desde la distancia, con admiración y honestidad, sin posesividad y con ganas de seguir verte creciendo en tus éxitos... Entonces mi amor lo tendrás siempre.

La brutal sinceridad del hombre y el amor desgarrador que sentía hacia él le arañó el pecho a la chica; una lágrima solitaria escapó silenciosamente por su mejilla, e Irisdy se inclinó ignorando el dolor en sus costillas para abrazarlo suavemente.

- Y tú tienes el mío - le susurró, escondida en su pecho, y memorizando aquel recuerdo para siempre en su cabeza.

Él le besó el cabello, relajándose, acariciando las puntas castañas con afecto, y sosteniéndola con cuidado junto a su cuerpo.

Irisdy, siendo plenamente consciente de que el Jedi podía escucharla a través del vínculo, infundió cada una de sus palabras con sus poderosos sentimientos y murmuró:

- Te quiero, Obi-Wan.

Y escuchó el eco en la voz masculina del maestro.

La teoría del vínculo [OBI-WAN KENOBI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora