32.

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CAPÍTULO 32.
HISTORIAS

HISTORIAS✨

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Irisdy se despertó con Obi-Wan cargándola en sus brazos y un beso sobre su frente. Parpadeó para mirarlo, somnolienta –el largo viaje que había hecho para encontrarle y el suave bamboleo del eopie habían facilitado que se quedara dormida sentada en el animal y abrazando al hombre por la espalda–; después volvió a cerrar los ojos sintiéndose en el séptimo cielo, y apoyando la cabeza de nuevo sobre su pecho dejando escapar un pequeño suspiro contento. Sería feliz si pudiera quedarse atrapada en aquel momento para siempre.

El frío disminuyó levemente, y Obi-Wan la dejó con cuidado sobre una maltrecha cama, acariciándole con cuidado el pelo unos segundos y murmurándole unas cuantas palabras.

- Descansa un poco, nos haré algo de cenar - susurró, e Irisdy asintió con una pequeña cansada sonrisa mientras lo observaba en silencio.

Estaban en una especie de cueva excavada entre las rocas, de tamaño pequeño, y con escasos objetos esparcidos dentro de ella. Estaba el catre sobre el que estaba sentada, con algunas mantas por encima para protegerse del frío; también había una pila circular con agua y una taza normal y corriente flotando sobre ella, lo que Irisdy suponía que Obi-Wan usaba tanto para asearse como para lavar la ropa, los platos o utensilios que usara. En una caja –que debió de haber sido de comida en el pasado– había un par de cuencos, un par de tazas y cucharas, un paquete grande de polvos nutricionales y una garrafa de agua potable; así como una esponja, tres barras de jabón, y un paquete de pasta y cepillo de dientes. Un par de cambios de ropa estaban doblados y colocados en una pila junto a la caja. Había otro pequeño baúl que estaba cerrado y la mujer no podía saber con total seguridad lo que contenía; pero suponía que guardaría en él algunas herramientas, y quizás recuerdos o su espada láser.

Obi-Wan cogió uno de los sobres nutricionales, echó un culillo de agua potable sobre los dos cuencos, y dejó caer los polvos anaranjados sobre éstos; mezclando con la cuchara suavemente hasta que los polvos reaccionaron con el agua haciéndose grandes y sólidos y adquiriendo la contextura de una espesa sopa. Irisdy los había visto antes; era asombroso como todo requirimiento nutricional para una persona podía ser comprimido en aquellos polvitos y sobrecitos.

Obi-Wan se levantó del suelo para llevar los cuencos hacia donde estaba ella, e Irisdy se dió cuenta de que le temblaban las manos. Cuando el hombre dejó los cuencos frente a la cama y las tuvo libres, ella se las cogió suavemente entre las suyas y lo detuvo con cariño y cuidado. Obi-Wan la miró con sus ojos azules enturbiados por las diversas emociones que experimentaba y confesó ante el silencio.

- Lo siento... - murmuró, arrodillándose frente a ella en el suelo y estrechando su agarre suavemente - Aún sigo pensando que esto es un sueño. Si me despierto mañana y no estás, yo...

La teoría del vínculo [OBI-WAN KENOBI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora