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CAPÍTULO 31.
REENCUENTRO

REENCUENTRO✨

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El viaje a Tatooine se le hizo particularmente largo. Sol estaba ansiosa por llegar, por ver a Obi-Wan de nuevo después de tanto tiempo, y los segundos y minutos parecían alargarse en horas cuanto más lo pensaba. La parte racional de ella había aceptado resignadamente que por muchas pistas que consiguiera cabía la posibilidad de que no volviera a ver al Jedi; pero ahora que la esperanza era sólida de nuevo, que verle era una posibilidad muy real, no cabía en si de júbilo. Se sentía impaciente, inquieta, e incapaz de mantenerse clavada en el sitio del piloto en la nave sin juguetear nerviosamente con sus manos o sus piernas; no sabía cómo controlar las emociones que se habían reavivado tras la conversación con Bail Organa.

Aterrizó en medio del desierto, entre las dunas y rocas. Tatooine era un sitio perdido de la mano de la Fuerza donde toda clase de extraños individuos se mezclaban en sus calles –la mayoría por asuntos poco legales–; pero aún así, era mejor asegurarse y no llamar la atención. Había esperado cuatro años; no iba a echar su mejor oportunidad de conseguir finalmente lo que quería por tomárselo con calma uno o varios días más.

Echó a andar, utilizando la energía en la Fuerza para seguir adelante; y al caer la tarde, a medida que la estrella luminosa desaparecía en el horizonte y teñía todo de un enfadado naranja, la mujer llegó finalmente a las primeras chozas de la ciudad. Sol deambuló sin rumbo por ella durante un par de horas; tratando de sentir la presencia de Obi-Wan en la Fuerza pero no encontrando nada. No se preocupó; probablemente tenía todo bloqueado justo como ella, y solo estaba siendo cauto. Era un hombre inteligente.

Sol vio cómo varias criaturas entraban y salían de una cantina y sopesándolo varios instantes decidió pasar; no creía que Obi-Wan fuera a estar en tal lugar, pero nunca se sabía. Quizás fuera ahora un regular para hacerse pasar por un tipo borracho normal o quizás frecuentaba lugares de mala muerte como aquel para averiguar información en bocas que se soltaban rápido, tal y como había hecho ella. Valía la pena intentarlo.

La mujer entró en la cantina, deslizándose en silencio entre la gente y tomando asiento en una esquina oscura del antro. Algunos la miraron raro, pero nadie se acercó a molestarla. Sol había perfeccionado el esconderse en su ropa y una expresión fulminante que hacía que todos se quedaran alejados de ella; sus dos blasters siempre aseguradas por si acaso en sus respectivos cinturones alrededor de sus piernas.

Escaneando exhaustivamente la sala, se sintió decepcionada al comprobar que él no estaba; pero decidió pedir una bebida y esperar un poco de todas formas. Tampoco sabía dónde más buscar –quizás iba a tener que buscar algún trabajo por la zona para quedarse allí investigando hasta que lo encontrara–, y estaba cansada del viaje. Tras su caminata por las dunas, su camiseta azul de manga larga, el maltrecho y largo jersey de un tono más oscuro que llevaba por encima, y sus pantalones cargo grises, estaban llenitos de arena; dos pequeñas islas acumulándose también dentro de sus botas negras. Sería genial poder ducharse; aunque las verdaderas duchas que siempre había dado por sentado en el pasado eran ahora un lujo que casi nunca podía permitirse.

La teoría del vínculo [OBI-WAN KENOBI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora