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CAPÍTULO 08.
MANIPULACIÓN

MANIPULACIÓN✨

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Amaris le preguntó si estaba bien nada más verla aparecer aquella mañana. Había pasado casi nueve meses desde aquel último incidente; y éste no había dejado de repetirse casi todas las semanas desde entonces. Su maestro siempre la dejaba ir cuando las lágrimas le quemaban los ojos y amenazaban con derramarse, como si presintiera que estaba llegando a su límite; pero eso no aliviaba la inquietud y el tormento que vivía en su mente.

Era un ciclo constante. Él la besaba, movía sus manos por encima de su ropa y ella se quedaba paralizada. Su cuerpo no, porque su cuerpo reaccionaba por sí solo, pero su mente era otra cosa; miles de pensamientos revoloteaban por su cabeza, desde tratando de entender por qué aquello estaba pasando, y por qué él hacía esas cosas con ella. En si ella había hecho algo para que aquello empezara, en si era la causa y había provocado todo eso, y en qué pasaría si se armara de valor y le pusiera fin al asunto. Lo peor de todo, sin duda, era que aunque su mente se revolviera inquieta y le gritara que saliera de allí, su cuerpo lo disfrutaba. Sí, no podía mentirse en eso. Sus besos eran agradables, si bien algo apresurados; la atención que recibía sobre su cuello era sin duda placentera, y el calor que se expandía lentamente desde sus piernas hasta el resto de su piel tampoco era excesivamente incómodo. El problema era ese, que él le hacía sentirse bien y mal al mismo tiempo; dividiéndola entre su mente y su cuerpo y aumentando el caos en su interior y en su Fuerza.

Llevaba días sin dormir bien, su angustia sólo continuando creciendo en su interior, y estaba segura de que a estas alturas el cansancio se le veía en la cara; por eso y por su expresión apagada, Amaris se había interesado por su bienestar aquella mañana. Como respuesta, la chica de trece-para-catorce años sólo había asentido distraída y reforzado su bloqueo en la Fuerza cuando Amaris la había mirado fijamente con el ceño fruncido. Eso era algo que sin duda también contribuía a extenuar su energía; el mantener tal defensa sólida para resguardar su mente ante el resto de los Jedi del Templo por temor a que alguno interpretara sus pensamientos y sentimientos.

Cuando esa misma noche su maestro apareció en su puerta, Irisdy ni siquiera trató de decirle algo, y se quedó callada mientras él le besaba los labios y el cuello y la empujaba hacia la cama. Cerró los ojos mientras él se acomodaba encima de su cuerpo, reprimió su gemido cuando él jugó con uno de sus pechos, y no reaccionó cuando le quitó su cinturón de cuero donde su sable iba siempre enganchado. Sólo serían quince minutos. Quince minutos de besuqueo y se iría. Podía con ello.

El Jedi se separó milimétricamente y en un movimiento brusco le abrió su túnica beige, dejando su torso al descubierto y arrancándole una ola de escalofríos ante la baja temperatura de la habitación sobre su piel caliente. Reeves desvió los labios desde su cuello hacia abajo, y la respiración de la chica se volvió un completo caos a medida que avanzaba.

La teoría del vínculo [OBI-WAN KENOBI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora