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CAPÍTULO 07.
ATRAPADA

ATRAPADA✨

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Irisdy cerró los ojos con fuerza y su rostro formó rápidamente una expresión de dolor nada más entrar al comedor. Mientras que su entrenamiento con la espada láser se afanaba por quedarse estancado en su sitio, sus habilidades respecto a los otros usos de la Fuerza sólo iban en aumento. Podía distinguir otras presencias y sentimientos en la Fuerza a la perfección si es que éstos no estaban siendo bloqueados; y siempre le hacían sentirse aturdida y mareada. Era como si cientos de voces le gritaran a todo volumen en las orejas.

Lo que en un principio había sido motivo de orgullo para la padawan, pronto se convirtió en preocupación; confirmada cuando una noche perdió la conciencia delante de todos en la cena ante la magnitud de la sobre-saturación a su alrededor. Había sido un episodio del que Irisdy aún se avergonzaba; pero había hecho que su maestro pidiera consejo al sabio Yoda y él mismo se había encargado de guiarla y ayudarla a controlar su poder en unas cuantas lecciones extra.

El Gran Maestro le había explicado que determinados Jedi tenían habilidades sobresalientes en determinados campos de la fuerza; a aquellos que dominaban el control mental se les llamaba telépatas. Yoda estaba convencido de que su facilidad para leer pensamientos y emociones a su alrededor en la Fuerza indicaba que sería capaz de manipular mentes sin mucha dificultad también en el futuro.

Por desgracia, y aún tras tanta práctica, todavía había ocasiones en las que el barullo se le hacía sobrecogedor. Sin embargo, habiendo aprendido ya a controlarse, Irisdy tomó una profunda bocanada de aire y formó una débil barrera en aquella parte de su mente, bloqueando su propio acceso a la Fuerza de los demás y convirtiendo la suya en un espacio tranquilo y privado. Abrió los ojos mucho más tranquila y reanudó sus pasos, sirviéndose su desayuno en la bandeja y tomando asiento junto a Amaris a la mesa. Una de las gemelas Tayachi también las acompañaba; había sido seleccionada como Padawan muy recientemente, y habiendo leído sus pensamientos sin querer, Irisdy sabía que pretendía dar todo de sí para que otro maestro Jedi se animara a escoger también a su hermana. No le quedaba mucho tiempo hasta que la llamara el Consejo de Reasignación.

Irisdy saludó a ambas chicas y les escuchó hablar sobre sus propios entrenamientos. Sintió una ráfaga de nostalgia al escuchar a Tayachi describir lo que había hecho en su primera semana; se sentía como ayer para ella, y a la vez, hace mucho tiempo. Habían pasado dos años justos desde que Irisdy empezó su entrenamiento.
Amaris, en cambio, iba volando como ella; Windu le había prometido un nuevo viaje a Ilum para coger su nuevo cristal kyber si la joven padawan era capaz de demostrarle una notable mejora en el uso de la Fuerza. La chica de cabello negro y ojos grises no había tardado mucho en pedirle consejo a Irisdy, sabiendo que aquel era precisamente su punto fuerte; y ambas se pasaban horas de su tiempo libre entrenando juntas, apoyándose mútuamente en los defectos de la otra.

Irisdy terminó su desayuno relativamente rápido y se dirigió a la sala privada donde llevaba dos años entrenando con su maestro. Con la intención de aplicar los consejos de Amaris en sus movimientos con la espada, encendió su sable láser con decisión y aguardó a que Reeves la atacara. Él era agresivo en la lucha, mientras que ella prefería esquivar, protegerse y esperar el momento adecuado para lanzar su contraataque. El problema de su técnica era que frenar tanta fuerza hacía que se cansara rápido.

Maestro y padawan volaron por la sala; sus sables dejando escapar sonidos electrizantes de forma casi constante y haciéndolos sudar a ambos. Irisdy sintió su respiración cada vez más agitada, sus músculos temblorosos y su concentración aletargada; haciendo que, inevitablemente, acabara siendo barrida al suelo y atrapada bajo el cuerpo de su maestro. Reeves le arrebató la espada láser y le sonrió con suficiencia. Ella lo miró llena de frustración y decepcionada consigo misma.

- Debes seguir practicando con tu espada, mi joven padawan - verla molesta parecía resultarle entretenido, porque sólo amplió su sonrisa - Tus pequeñas sesiones con Amaris no son suficientes.

Irisdy suspiró derrotada.

- Sí, maestro.

El Jedi la miró fijamente a los ojos en silencio. Un segundo más tarde, le había dejado un lento y controlado beso en los labios. Irisdy se dejó llevar sin más, respondiendo de forma casi automatizada. Reeves llevaba repitiendo aquello durante más o menos medio año; acallando rápidamente cualquier inquietud que ella expresara al respecto con un simple "es solo un gesto de cariño, acéptalo" y un "no tienes nada de que preocuparte". Aunque le incomodaba muchísimo, el beso en sí no era del todo desagradable, y la chica de trece años se llenaba de ansiedad al pensar en cómo decirle a su maestro que no quería seguir con aquello y las posibles consecuencias que eso tendría sobre su futuro; de modo que optaba por barrer todo bajo la alfombra, seguirle el rollo y quedarse en silencio. No duraba más que un par de segundos, de todas formas; y luego la chica podía irse a la seguridad de su habitación y meditar sus inseguridades con calma.

Sin embargo, ese día él profundizó el beso, y cuando deslizó su boca caliente hacia el lateral de su cuello, Irisdy sintió un estremecimiento sacudir su cuerpo. Cerró los ojos con fuerza, removiéndose bajo el cuerpo del Jedi inquieta, y experimentando un extraño calor placentero que jamás había sentido antes expandiéndose desde su pelvis hacia las terminaciones nerviosas de su cuerpo. Nerviosa ante la nueva sensación, llamó al Jedi que parecía estar tan ensismado con la piel de su cuello.

- ¿M-maestro? - tartamudeó entrecortadamente, sintiendo el calor del Jedi aún atrapándola contra el suelo como una llama incandescente.

Él continuó buscando su pulso con sus labios, y una succión particularmente fuerte hizo que el cuerpo de la chica temblara bajo sus manos. Se despegó de su piel lo suficiente como para tranquilizarla.

- Shh, ya sabes que cualquier cosa puedes hablarlo conmigo, pequeña padawan - murmuró - ahora sólo cierra los ojos y relájate.

En la mente de Irisdy, las palabras se mezclaron en confusión. Reeves le decía que podía hablar de cualquier cosa con él, pero al mismo tiempo, la acallaba y le decía que se tranquilizase. Eran cosas como aquella las que le hacían sentirse tan aturdida y sin saber cómo responder.

Su maestro continuó besándola; e incluso deslizó una de sus manos por encima de su túnica y masajeó uno de sus pequeños pechos. Sorprendida, Irisdy sintió cómo la llama entre sus piernas se encendía con más fuerza, y dejó escapar un sonido involuntario de su garganta y movió su cadera inconscientemente.

- M-maestro... - lo llamó perdida, sintiendo sus ojos cristalizarse con lágrimas no derramadas, confundids, y sólo ante su tembloroso y diminuto tono de voz Reeves se separó para mirarla.

Sonriéndole suavemente, e ignorando su mirada enturbiada, depositó un último corto beso sobre sus labios y se puso de pie, tendiéndole la mano a la desorientada Padawan. Irisdy se tambaleó sobre sus piernas.

- Anda, dejémoslo por hoy - sugirió como si nada - Ve a darte una ducha y descansa. Nos vemos mañana.

Irisdy fue rápida en marcharse. Incluso a través de sus barreras, fue capaz de percibir su oscuridad en la Fuerza.

La teoría del vínculo [OBI-WAN KENOBI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora