34.

485 53 1
                                    


CAPÍTULO 34.
RUTINA

RUTINA✨

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Las horas se convirtieron en días, los días en semanas, y las semanas en meses. Aunque al principio despertar junto a Obi-Wan y todas las pequeñas cosas de él y Tatooine la sorprendían, Irisdy pronto se acostumbró a su nueva vida.

Tenían una rutina. Se desenredaban de la cama juntos por la mañana, tomaban el desayuno e iban al trabajo; Obi-Wan en una fábrica de carne y ella había conseguido un pequeño puesto en una de las pocas tiendas de alimentos de Tatooine. Irisdy había vendido su nave –en el mercado negro y sin mostrar su rostro, por supuesto– y sacado de ella una gran suma de créditos; de forma que los dos tuvieran suficiente para lo que necesitaran y pudieran ahorrar un poco por lo que pudiera pasar. Irisdy tenía bastante claro que Obi-Wan no querría marcharse de Tatooine y abandonar a Luke; y ella no pensaba irse a ningún sitio sin él.

Con los créditos extra que había sacado de su nave, Irisdy compró un par de mudas limpias más para ella y otra para Obi-Wan; así como más barras de jabón, e incluso se permitió el lujo de hacerse con un calentador de agua y uno de esos pequeños fogones portátiles que se cargaban con la luz del día. Así podrían alimentarse de algo más que polvo y sopas. Compró también más mantas para la llegada del invierno y un par de cojines para usarlos para sentarse en el suelo o apoyar la espalda; y gradualmente, el refugio fue adquiriendo un tono más hogareño y reconfortante.

Después de su larga mañana de trabajo, los dos regresaban a la cueva para comer juntos y hablaban de cómo les había ido el día y los rumores de los que habían logrado enterarse; luego, se lavaban y se acurrucaban en la cama juntos para descansar un buen rato en los brazos del otro.

La tarde pasaba de forma algo más lenta; los dos comprando lo que les hiciera falta aquí y allá y visitando a Luke todos los días sin falta. Los dos nunca se acercaban lo suficiente como para que él los viera, aunque era obvio que Owen Lars era otra historia distinta; pero era suficiente para asegurarse de que estuviera a salvo y verlo crecer.

- ¿Piensas adiestrarlo en un futuro al estilo Jedi? - le preguntó Irisdy a Obi-Wan una tarde en la que ambos estaban sentados en la lejanía observando con los binoculares cómo el pequeño Luke jugaba simulando que estaba a bordo de una nave que pilotaba.

Obi-Wan hizo un pequeño sonido inconcluso, observándolo con seriedad en el rostro.

- Siento que de alguna forma hacerlo sería estar manipulándolo - suspiró, amargo - Sabemos lo que esperamos de él. Es la misma responsabilidad que le dejamos a Anakin y es injusto que tanto dependa de una sola persona. Pero... Los problemas van a buscarle aunque decidiera ignorarlo todo y dejar su vida a su propio albedrío y suerte.

Irisdy asintió tomándole la mano en silencio. La acarició con cariño.

- Tienes razón - confirmó solemne - Vader y Sidius lo encontrarán tarde o temprano, o la Fuerza en su interior verá la luz en un momento inoportuno y será perseguido y capturado. Una de dos. La tercera opción, la que decidimos y escogemos, significa que al menos tiene una oportunidad para aprender a controlar sus habilidades y de tener la opción de enfrentarse a su futuro. Adiéstrale, sí. Al menos así sabrá mantener su Fuerza bajo control y pasar desapercibido. La decisión de enfrentarse al Imperio o no ya es cosa suya.

Los dos antiguos Jedi observaron una vez más al hijo de Anakin y Padmé a través de los binoculares y en el rostro de ambos se estiró una diminuta melancólica sonrisa. El niño seguía jugando a ser piloto, moviendo sus manos sobre un imaginario puesto de mandos y haciendo sonidos con la boca.

- Aunque viendo cómo es, quizás no haya que insistirle en absoluto - añadió ella, y él asintió en silencio.

Los dos se despidieron de la casa de los Lars con la caída de la luz, la estrella escondiéndose en el horizonte y tiñendo todo de tonos rosados y naranjas. Abrazándose por la cintura con cariño, ambos emprendieron el camino de vuelta al refugio sobre el eopie. Obi-Wan se subió primero y le tendió la mano a la mujer; Irisdy le sonrió con dulzura y aceptó la ayuda, trepando inmediatamente detrás de él de un ágil salto y enganchándose a su cintura.

- Vámonos a casa, amor - susurró ella con cariño, besando la parte de atrás de su cuello y a continuación paseando traviesamente sus manos por encima de su pecho y de la ropa - Se me ocurren un par de cosas que todavía podemos hacer antes de que salgan las estrellas.

Obi-Wan rió suavemente, esbozando una sonrisa radiante y echándose cuidadosamente hacia atrás para apoyarse en ella, dejando que Irisdy lo envolviera con más fuerza entre sus brazos y lo acunara como tanto le gustaba. Ella siempre le hacía sentirse en el séptimo cielo. Era buena, inteligente, dulce y juguetona a partes iguales, daba buena conversación y sabía escuchar y calmar sus inquietudes; era todo lo que se imaginaba pedir y más.

Cuando llegaron a la cueva, desmontaron y le dieron algo de comer al eopie, acariciándolo brevemente con un murmuro de buenas noches y entrando en el refugio cogidos de la mano. Cenaron rápido, y luego se lanzaron en los brazos del otro para disfrutar de sus manjares favoritos. Se desvistieron lentamente prenda a prenda, desvelando piel suave y a otros intervalos áspera; acariciándose cada centímetro de ella y haciendo temblar placenteramente a su pareja. Se besaron, se tocaron, y se hicieron el amor como también era ya costumbre; perdidos en su rinconcito privado del desierto y en los ojos azules o verdes del otro. Se deleitaron con cada uno de los sonidos que escapaban de sus bocas, con cada estremecimiento; grabando a fuego aquellos momentos en la colección de recuerdos buenos en su memoria.

Los dos habían tenido una vida ajetreada, llena de momentos buenos y momentos malos, con su esperanza siendo bruscamente aplastada aquel día de la Orden 66; pero ahora estaban juntos, había una nueva esperanza creciendo entre la oscuridad, y con todo ello, la Fuerza brillaba. La luz.

La teoría del vínculo [OBI-WAN KENOBI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora