09.

502 68 1
                                    


CAPÍTULO 09.
EL ELEGIDO

EL ELEGIDO✨

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Irisdy tenía catorce años cuando escuchó rumores de que El Elegido había llegado al Templo. Estaba con Amaris cenando, Tayachi sentada frente a ambas y con una expresión de tristeza en el rostro –finalmente habían terminado por reasignar a su gemela al Templo de Lothal, quedando separadas hasta quién sabe cuánto tiempo– cuando empezaron los cuchicheos y una de las padawans se inclinó hacia otra de las mesas para informarse.

- Eh, ¿qué ocurre? - le preguntó Amaris a un iniciado de unos ocho años.

Los más pequeños del Templo solían enterarse de las cosas bastante rápido; ya que ningún Jedi se preocupaba demasiado ante su presencia y eran tantos que estaban por todas partes, como una pequeña red de espías internos. A medida que cada generación crecía algunos desertaban, sobre todo entre los trece y los veinte años –edad de padawan y mayor crecimiento emocional y madurez, que a menudo conllevaba dilemas morales que les hacían abandonar la Orden–; pero por aquella edad todavía eran un número considerable.

Irisdy no tenía prisa por averiguar lo que pasaba –después de todo si era algo importante y relevante para ella su maestro le informaría más tarde–, pero Amaris no era tan paciente y le gustaba estar informada de absolutamente cualquier cosa al instante.

El niño al que la padawan le había preguntado se inclinó en respuesta hacia ellas y susurró –con los ojos abiertos en señal de emoción– la noticia en tono confidencial.

- Dicen que El Elegido está aquí, en el Templo - murmuró - Al parecer el maestro Jin lo encontró en su misión de escolta de la reina Amidala.

Irisdy conjuró rápidamente una imagen de Naboo en su memoria. Había leído sobre dicho planeta un par de años atrás, y los datos estaban aún frescos en su cabeza. Situado cerca de la frontera del Borde Exterior, estaba habitado por dos especies mayoritarias; humanos y Gungans. Era rico en plasma, y en lugar de tener un núcleo fundido como la mayoría de planetas, éste era puramente rocoso; era considerado un raro fenómeno en la galaxia. Irisdy sólo había visitado Ilum fuera de Coruscant; pero algún día le gustaría ir a Naboo, con sus lagos y verdes colinas.

Otro de los iniciados, esta vez un cereano que parecía sutilmente más mayor, se unió a la conversación y la sacó de sus pensamientos.

- Así es. Se llama Anakin Skywalker, me parece que tiene vuestra edad, más o menos. Lo recogieron en Tatooine, al parecer tuvieron que parar allí para arreglar la nave o algo - comentó en un murmuro disimulado, y a continuación, su rostro se transformó en una expresión de tristeza - dicen que Qui-Gon ha muerto, sin embargo. No me he enterado del resto de la historia, lo siento.

Los rostros de las tres padawans se llenaron de pena y desasosiego. Ninguna conocía personalmente al maestro Jedi fuera de alguna clase ocasional cuando eran mas pequeñas, y su nombre siempre traía algún que otro debate en el Templo; pero la pérdida de cualquier Jedi les pesaba siempre a todos. Eran como una gran familia.

- ¿Y Obi-Wan? - preguntó Irisdy, recordándolo de repente y sintiendo un nudo formarse en su garganta al pensar en el avanzado padawan de pronto - ¿Se sabe algo de él?

Amaris y Tayachi le lanzaron una mirada con curiosidad, probablemente preguntándose si conocía personalmente al Jedi, pero Irisdy no les prestó atención alguna; miró al iniciado expectante y con angustia, y él no se demoró en contestar.

- Él está bien - confirmó - Creo que está reunido con el Alto Consejo sobre qué hacer con El Elegido, pero no estoy seguro.

Irisdy sintió un alivio indescriptible y devolvió su atención a su bandeja. No es que el Jedi y ella fueran amigos ni nada por el estilo; apenas se conocían. Aparte de aquella vez en la biblioteca año y medio atrás no habían intercambiado palabra obviando algún que otro saludo cortés y rápido por los pasillos; pero la escasa interacción que Irisdy había tenido con él había sido suficiente como para que la muerte del amable Jedi le pesara sobre la conciencia a la chica si sucediera. Le alegraba enormemente saber que estaba a salvo.

Amaris agradeció la información a los iniciados, y Tayachi y ella conversaron en voz baja mientras Irisdy permanecía pensativa y en silencio. ¿Qué, exactamente, les habría pasado? Los Jedi no morían así como si nada; y menos un maestro experimentado como Qui-Gon. ¿Y Obi-Wan? ¿Cómo es que él y el niño se habían salvado? ¿Y qué había pasado exactamente con Naboo y la reina Amidala?
La mente de la chica estaba más llena de preguntas e inquietudes que de costumbre.

El maestro Reeves solucionó muchas de sus dudas sobre las últimas noticias a la mañana siguiente. Como miembro del Alto Consejo había presenciado el relato de Obi-Wan Kenobi sobre la muerte de su maestro. Le habló del retorno de los Sith, de cómo Kenobi había derrotado a Darth Maul tras la pérdida de Qui-Gon y cómo habían sacado a Anakin Skywalker de su papel de esclavo; y del bloqueo y la invasión de Naboo por parte de la Federación de Comercio. Había algún par de puntos en su historia que se quedaron sin respuesta –como el porqué el gungan Jar-Jar Bins estaba ahora también en Coruscant– pero por lo demás Irisdy vio su curiosidad saciada. Se sintió sorprendida al saber que Obi-Wan había adquirido inmediatamente el título de maestro y le habían dejado tomar al Elegido como padawan; pero no dudó de sus capacidades en ningún momento.

Aquella noche, tras un día entero de entrenamiento y atenciones bajo la mano de Reeves, trató de meditar antes de irse a la cama. Aquel ejercicio era cada vez más difícil, al igual que el sueño que se escapaba más y más entre sus dedos; y la chica se resignó a una noche más con la mirada clavada en el techo o dando vueltas sobre la cama. Los pensamientos y las emociones se revolvieron a su alrededor; luz, oscuridad, desconfianza, cariño, miedo, pánico...

Los objetos a su alrededor comenzaron a levitar mientras ella temblaba. Al darse cuenta de que estaba a punto de derrumbarse, Irisdy bloqueó su mente al exterior rápidamente para que nadie en el Templo la percibiera. Después, se permitió romperse y llorar hasta que se quedó sin lágrimas.

La teoría del vínculo [OBI-WAN KENOBI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora