𝟬𝟮𝟮.tú una vez más

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CAPÍTULO NÚMERO VEINTIDÓS




   ABRÍ MIS OJOS LENTAMENTE al notar como alguien me movía susurrando mi nombre. Me estiré y miré con los ojos aún entrecerrados al portugués que había venido a visitarme tal y como me prometió la noche anterior. Sonreí levemente y me enderecé en la cama.

— Pensé que vendrías más tarde porque te dormirías — cojo el teléfono de la mesilla un momento para ver la hora. Eran las nueve en punto y era raro que el chico estuviese despierto a tales horas.

— Si te prometo que vengo pronto con el desayuno — levanta la bolsa de papel que llevaba en la mano —, es porque vengo pronto con el desayuno.

— Si es que te tengo que querer.

— Si no me quisieras probablemente te obligaría a hacerlo, así que no importa — sonríe de forma inocente y abre la bolsa.

Había dejado dos vasos que le dieron en la tienda con chocolate caliente, dejamos la bolsa al lado de estas y comenzamos a comer con cuidado de no tirar nada.

— ¿Quieres hablar de eso que me dijiste ayer? — me pregunta y muerdo el churro encogiéndome de hombros. No estaba segura de cómo empezar.

— Tengo el presentimiento de que Ney me dijo lo que me dijo en su día para ahora usarlo en mi contra — le explico con pelos y señales que fue exactamente lo que pasó ese día, sabía que podía confiárselo. Le conté aquello que me dijo borracho y aquello que me dijo sobrio; le hablé de que eso derivó en lo que derivó; no me salté ni un detalle —. Pero ahora cuando hablo con él siempre lo dice con una sonrisa burlona que me dan ganas de borrarle de la cara de un puñetazo y se ríe de lo que pasó.

— ¿Eso lo hace cuando hay gente delante o cuando estáis solos? — me pregunta y después presiona sus labios aumentando mi preocupación por momentos.

— Cuando estamos solos no hablamos, si nos cruzamos y está la casa vacía no nos dirigimos la palabra. Eso sí, la tensión puede cortarse con un cuchillo — João pasó su brazo por mis hombros y me atrajo a él. Dejó un beso en mi cabeza y respondió a mis preguntas y dudas —. No sé qué me pasa, no quisiera que me gustara, no me gusta que me guste alguien.

— Te gusta, pero estos dos meses te servirán para pensar en ti y en que va a pasar con él. Yo lo que no quiero es verte desanimada por un bobalicón brasileño — me reí por lo bajo y negué con la cabeza —. Además la semana que viene hay derbi, para ti eso es más importante que un chico, no querrás perdértelo por estar llorándole a una persona.

— Puedo llorarle en el sofá de mi casa con el partido puesto — él niega con la cabeza.

De repente veo como saca dos entradas para el partido de la semana que viene, que iba a ser el último en un tiempo —. Desde el sofá de tu casa no lo vas a ver.

— ¿Son de verdad? — las tomo como si fueran lo más preciado para mí y sonrío como una niña pequeña.

— No, son de mentira, tú eres imbécil — alcé la cejas y junto sus manos en forma de disculpa con una pequeña sonrisa divertida.

Me abalancé sobre él y le abracé con fuerza pasando mis brazos alrededor de su cuello. Él enrolló los suyos en mi cintura y me dio un beso en la mejilla. Él sabía lo mucho que adoraba ir a partidos del Madrid, siempre iba a ser diferente que ir a cualquier otro. Obviamente João no podía conseguir entradas para cualquier otro partido del equipo blanco y que se acordara de mí en un partido tan importante como es el derbi madrileño, me emocionaba.

Por algún motivo ver a mi equipo me llenaba de euforia y de ilusión, hacía que se me olvidara todo por un rato. Incluso si perdían, pues tendría motivos para sentir otra cosa que no fuera tristeza, sino más bien enfado y decepción.

  — Pero aquí hay dos entradas, ¿para quién es la otra? — pregunto y él se encoge de hombros.

  — Para quien te apetezca invitar, pensé que no querrías ir sola — me pare a pensar en alguien a quien pudiera llevar al partido.

  — Iré con mamá.

  — ¿¡Voy a ver a Susana!? — sonrió ampliamente y me reí al mismo tiempo que asentía con la cabeza. João y mi madre se llevaban demasiado bien.

  Mi madre adoraba a João porque según ella era el amigo, la pareja, el compañero de viaje, el ayudante, el hombre perfecto de mi vida; aún siendo solo amigos. Por otro lado, João adoraba a mi madre porque ella evidentemente le trataba como un hijo más, João era súper agradable con mi madre y siempre se contaban todo.

— Puedo preguntarle y nos quedamos a dormir en su casa, estará encantada de recibirte, como siempre — asintió rápidamente.

  El plan era ese, más tarde avisaría a mi madre aunque estaba segura de que aceptaría gustosa y no pondría ninguna pega si se trataba de su querido João.

  Estuvimos un rato más juntos pero él tenía que irse a entrenar, él seguía teniendo partidos y tenía que prepararse para ellos. Me vestí para salir con él, yo iría a dar una vuelta por el barrio, pero así saldríamos juntos. Me puse unos vaqueros azules y un abrigo negro, tampoco me complicaría demasiado.

  Bajamos juntos y en la entrada, ya en el exterior, nos despedimos con un abrazo y cada uno se fue por su lado. Yo empecé a caminar sin un rumbo realmente fijo, de camino a ningún lado había una cafetería en la que se hacían unos donuts deliciosos, no podía resistirme y tuve que entrar a comprar un par de ellos.

  Me adentré en el local y una chica muy agradable me atendió. Opté por unos donuts que estaban rellenos por crema de chocolate y la base era de lo mismo y tenía unas finas tiras por encima.

  Tomé la bolsa que la chica me dio y pagué lo respectivo. Le deseé un buen día con mi mejor sonrisa y me di la vuelta para abandonar el local. En la entrada choqué mi hombro con alguien y maldije por lo bajo.

  — Lo siento, no miraba por dónde iba — alcé la vista para mirar a la chica que se acababa de disculpar conmigo—. Eh...¿Mia?

  — ¿Jazmine?






































miriam writes !

No es el capítulo que más me guste ni mucho menos, pero es más relleno que nada para lo siguiente.

𝗙𝐔𝐈𝐌𝐎𝐒, 𝗦𝐄𝐑𝐄𝐌𝐎𝐒;; Neymar JRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora