𝟬𝟬𝟱. 𝗉𝖺𝗍𝖾𝗍𝗂𝖼𝖺

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CAPÍTULO NÚMERO CINCO

Narrador omnisciente

La comida había ido sorprendentemente bien, mejor incluso de lo que se esperaban todos. Ari, había caído bien tanto a la española como al brasileño, que ahora hablaban entre ellos.

El francés se llevó a la muchacha a la sala de juegos y dejó a sus amigos solos, pero cada uno esperaba a una persona distinta. Por un lado, estaba Mia que esperaba a Andre. El chico quería ir a verla para preguntarla por fin por algo serio y oficial, odiaba que no pudieran estar juntos y decirlo.

Mientras tanto, Neymar estaba esperando a su pareja Bruna. El chico no paraba de hablarle de ella a Mia y la chica parecía realmente molesta con eso, o sea, entendía que era su novia, ¿pero qué necesidad tenía de estar hablando continuamente de ella?

— Ya me ha quedado claro que la quieres muchísimo y que es la mujer de tus ojos — reprochó Mia cruzándose de brazos y rodando los ojos. El chico por su parte alzó las cejas con una egocéntrica sonrisa.

— Y a mí me ha quedado claro que estás celosa perdida, pero no es necesario que lo muestres tanto — ella no dijo nada, simplemente le dio una mala cara y se levantó de donde estaba.

La puerta había sonado, fue rápidamente con esperanzas de que tras la puerta estuviera el chico al que esperaba para poder abalanzarse a abrazarle. Abrió con prisa, pero la sorpresa apareció.

— Hola, ¿está Ney? — la castaña miró a Mia de arriba a abajo, como si la estuviera analizando.

— Hola Bruna, sí yo bien genial, Neymar está dentro pasa— una vez más la miró fijamente pero esta vez con repugnancia. Pasó sin decir nada y se dirigió directamente a la sala de estar.

A pesar de que Mia estuviera esperando a Andre se asomó a ver que hacían la otra pareja, aunque nada raro, se saludaron y se sentaron a hablar.

Están teniendo una conversación muy entretenida, no para de reírse ninguno de los dos.

El timbre sonó un par de veces y la española salió corriendo en busca de su chico. Pudo escuchar como Bruna preguntaba que quién era y como el chico le respondió que no se preocupara que era para Mia.

— ¡Andre! — cuando vio su rostro se tiró sobre él y le abrazó con todas sus fuerzas.

— Dios mío, actúas como si no me hubieras visto hace siglos — él soltó una carcajada y la muchacha le dio un pequeño beso en la punta de la nariz.

— Anda, vamos arriba.

Sus manos se juntaron y se adentraron a la casa con rapidez, Ney pudo ver cómo subían juntos y negó levemente con la cabeza.

— ¿Te apetece hacer algo? — preguntó ella cuando llegaron a la habitación y se sentaron en la cama.

— Eh...bueno, quería comentarte algo, realmente para eso venía — el nerviosismo estaba a flor de piel, el chico apenas podía articular correctamente las palabras.

A veces necesitaba tragar saliva para poder continuar hablando, a Mia le hizo gracia como el chico llegaba incluso a tartamudear de los nervios. No sabía qué es lo que le sucedía así que no dijo nada hasta que él no continuara.

— ¿Puedo? — preguntó y la chica se cruzó de brazos y se encogió de hombros.

— Estoy esperando a que me digas qué pasa.

— Bien, es que, sabes que tú y yo hemos congeniado muy bien desde un primer momento y creo que incluso más que muy bien... — ya estaba empezando a enredarse de nuevo, así que una pequeña sonrisa afloró en el rostro de la muchacha. —. Creo que me estás entendiendo y es que Mia, estos días que llevo contigo no se han sentido como una amistad y creo que lo has notado.

La chica alzó las cejas con una sonrisa de oreja a oreja, sabía perfectamente a qué se refería y es que ella pensaba igual. Nunca habían dicho nada pero amistad del todo, estaba más que claro y se veía a simple vista que no era.

— Entonces, quisiera saber si te gustaría, no sé, intentar algo— finalizó.

La chica se acercó a Andre decidida y plantó un beso sobre sus labios. El chico parecía sorprendido pero feliz, tal vez se esperaba una respuesta hablada y no tan gestual.

Se miraron a los ojos por un momento pero él miró hacia otro lado en cuanto veía que sus nervios no se iban de ninguna forma.

— Eso es que sí, supongo.

— No, es que no, por eso te beso pedazo de anormal— ella rodó los ojos con gracia y se lanzó a la cama sin pensarlo dos veces.

— ¡Ey! Íbamos muy bien hasta que empezaste a insultarme, sobraba completamente — su risa sonó levemente y se sentó junto a Mia.

— Sabes que es de esa forma que te muestro mi cariño, si no lo hiciera es cuando deberías preocuparte realmente — hablo Mia, que se enderezó y volvió a ponerse en pie estirándose.

— ¿Dónde vas ahora? — preguntó su acompañante. Se llevo las manos detrás de la cabeza mientras observaba como la chica se ponía las zapatillas de estar por casa, una chanclas sin más.

— Iré a por unas golosinas me han entrado ganas de comer unas pocas, ¿tú quieres algo de abajo? — se acercó a la puerta y puso la mano en el manillar pero no abrió.

— ¿Qué es lo que hay que sepas que me gusta? — Mia comenzó a pensar, eran tantas las cosas y las opciones que podía dar. — ¿Sabes? Me conformo con lo que tú me quieras traer, tú eliges.

Ella asintió un par de veces y ahora si que apretó el manillar para abrir la puerta. Se tomó su tiempo en bajar, no tenía prisa ninguna, estaba bien feliz y eso signficaba ir despacio.

Pero eso cambio por completo cuando vio al brasileño en la cocina cortando unas cuantas frutas y metiéndolas en una batidora.

— Métele fresas ya que estás.

— Jaja...— ironizó su risa. — Que graciosa y que patética te has levantado hoy, ¿no?

— Pero, ¿y eso? ¿A qué ha venido? — la confusión de Mia era clarísima, su rostro lo decía.

— Nada, que estás muy graciosa dije, ¿es que acaso eso es algo malo? ¿Y desde cuándo lo es? — Neymar hablaba pero en ningún momento miraba a la cara a Mia.

— Ya si eso lo he escuchado y bueno, ¿pero lo de patética por qué? — vio como el chico echaba todas las frutas en un cuenco que después cogió.

Ahí si que miró a los ojos a la chica y ,de hecho, no con una de sus mejores caras, le podría haber regalado una mejor seguro.

— Porque necesitas a alguien para conseguir taparme — no le dio tiempo de decir nada, pues Neymar salió de la cocina con velocidad, no parecía contento ni mucho menos.

¿Qué demonios le ocurría? ¿Y por qué lo había tomado con la pobre chica? Qué raro...

𝗙𝐔𝐈𝐌𝐎𝐒, 𝗦𝐄𝐑𝐄𝐌𝐎𝐒;; Neymar JRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora