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La casa del árbol ya se encontraba construida y se había dicho que se estrenaría luego del nacimiento de los cachorros, ambos miraban como sus hijos ponían los adornos en el árbol de navidad, Emilio le daba unos cuantos besos a Joaquin el cual sonrió.

Los niños no se habían dado cuenta del beso largo que sus padres se estaban dando hasta que la pequeña risa de su hija les corto el beso, Joaquin se sonrojo y su único escape fue el cuello del alfa en el cual ocultó para que no vieran sus sonrojo.

—Papi, papi. —salto la pequeña emocionada.

—¿Que ocurre pequeña? —sonrió el alfa.

—¿Porque le das muchos besitos a mi papi Joaquín? —pregunto la pequeña.

—Es porque amo mucho a tu papá. —contesto Emilio.

—Bueno ya vayan a dormir. —sonrió Joaquin.

Los niños asintieron y se fueron dejando a la pareja junto con sus dos hermanos Emilio jugaba con uno mientras Joaquin estaba alimentando, el alfa vio de reojo al omega el cual sonreía al ver a su pequeño.

—Lucas es más inquieto que Alejandro. —dijo Emilio.

—Lo se. —le dio un beso en la mejilla a su pequeño. —Emilio.

—¿Te duele algo? —pregunto el alfa preocupado. —¿Llamó a la doctora?

—No. —nego. —es solo que me puse a pensar en algunas cosas.

—¿En cuales? —lo vio.

Joaquin sonrio y negó mientras miraba a su bebé y comenzaba a darle besos a su bebé el cual comenzó a reír ante las caricias de su padre, Emilio atrajo a Joaquin para darle un beso en la mejilla y seguir viendo a sus hijos.

Ambos seguían viendo a sus bebés los cuales cada uno tenía las características de ellos, de Emilio habían heredado el cabello, los ojos y los labios, de Joaquin él color de piel, el color de los ojos y sus características mejillas.

Los bebés ya estaban dormidos mientras ellos los tenían cargando ambos vieron como comenzaron a moverse un poco inquietos. Ambos lo notaron como los pequeños los miraban  atentamente ellos sonrieron  y sus padres también lo hacían se ponían felices de ver a sus pequeños crecer cada vez más.

—Son muy lindos. —hablo Joaquin. —tienen tus ojos hyung.

—Y tus apreciables mejillas. —sonrio Emilio. —es lindo que todos nuestros hijos sean mezclas de nosotros.

—Asi es más gracioso. —rió Joaquin. —aunque quiera no los va a poder negar.

—Lo se. —le acarició la mejilla. —son hermosos,nuestra hermosa mezcla.

¡Osorio Quiero Otra Niña!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora